China
Xi Jinping refuerza su control total del partido y la centralización del régimen comunista
Arranca la Asamblea Popular Nacional que coronará al presidente chino para un tercer e inédito mandato con el anuncio del aumento del gasto militar (7,2%) y unas previsiones moderadas de crecimiento (5%)
China avanza con paso firme hacia los objetivos de Xi Jinping. Miles de delegados de todo el país se han desplazado a Pekín para asistir a las reuniones legislativas anuales, que arrancaron el fin de semana y que son observadas con lupa en busca de indicaciones sobre el rumbo de la política estatal. Durante el cónclave, de una semana de duración, se han anunciado varios cambios de personal, de ideas rectoras y de prioridades económicas, todos ellos apuntando en la misma dirección. Xi tiene ahora el control total del Partido Comunista tras culminar su esfuerzo de una década por centralizar su férreo poder sobre el régimen.
Las llamadas "Dos Sesiones" comenzaron el 4 de marzo con la reunión anual de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CCPPC), seguida el domingo de la inauguración de la Asamblea Popular Nacional (APN). Una cuidadosa puesta en escena, inundada de propaganda alrededor de la esperada misa política anual. Pero, bajo el estruendo del evento se esconde una nación con una economía renqueante y un estado de ánimo pesimista, tras el azote de tres años de pandemia y las consecuencias de la rígida política “Cero Covid”.
En su discurso de apertura ante los cerca de 3.000 delegados, en el solemne marco del Gran Salón del Pueblo, el jefe del gobierno Li Keqiang abogó por la expansión de las Fuerzas Armadas, que deben "reforzar su preparación para el combate y mejorar sus capacidades". China tiene previsto aumentar sus gastos militares un 7,2% este año, hasta 1.5537 billones de yuanes (equivalentes a 211.000 millones de euros).
Durante la presentación del informe de rendición de cuentas, el primer ministro insistió en la "reunificación pacífica" con la república insular democrática. "Los chinos de ambos lados del estrecho de Taiwán somos una sola familia, unida por la sangre", afirmó. Este se mostró especialmente emotivo al referirse a los lazos de sangre, pero en general algo más comedido que el año anterior, cuando se había opuesto explícitamente a la "injerencia extranjera" y a las "actividades separatistas" en Taiwán.
Las crecientes advertencias de Pekín contra Taiwán, las reclamaciones territoriales en disputa en los mares de China Oriental y Meridional y el aumento de la rivalidad con Estados Unidos, o la creciente expansión de las Fuerzas Armadas chinas, se perciben con cierta inquietud en la escena internacional.
Este año el país aspira a aumentar su producto interior bruto "en torno al 5%". La segunda economía mundial pretende estabilizar el crecimiento global, después de que el año pasado no alcanzará el objetivo de "en torno al 5,5%", en medio de los férreos controles de la pandemia.
Si bien dos días antes del congreso los medios de comunicación estatales rebosaban buenas noticias sobre el descenso del desempleo y el aumento de la actividad en las fábricas y de las ventas de viviendas, la cúpula del Partido advirtió de que la recuperación económica aún dista mucho de ser estable. Una vez más, se instó a los ciudadanos a prepararse para tiempos turbulentos: "borrascas y olas embravecidas".
Atrás quedaron las penurias de la pandemia, es más, en la sesión de apertura no se mencionó en ningún momento la política “Cero covid”. De hecho, Pekín ha reivindicado con orgullo su victoria frente al coronavirus. La escasez de medicinas, los hospitales abarrotados y los atascos ante los crematorios cuando una onda descontrolada de Ómicron se extendió por todo el país, han quedado en un mal recuerdo.
Como cada año por estas fechas, los asistentes a la Asamblea ratificarán en bloque las decisiones del gobernante Partido Comunista Chino (PCCh), incluido el nombramiento de un nuevo primer ministro. Se confía que Li Qiang, amigo íntimo del presidente y líder del partido en Shanghai, sea nombrado en este cargo.
Se prevé además que hacia el final de la sesión se vote el nuevo mandato presidencial. El pleno de la Asamblea Popular respaldará a Xi para un tercer gobierno de cinco años, aupándole como el líder más poderoso desde Mao Zedong.
En el congreso del Partido celebrado en octubre, el mandatario de 69 años, en el poder desde 2012, fue ungido como secretario del partido y jefe de la comisión militar tras abolir el límite de dos mandatos en 2018, allanando así el camino para que gobierne de por vida. Tras su “reelección”, ha purgado a un gran número de cuadros corruptos o potencialmente desleales a él y ha centralizado el control del régimen comunista. Se ha rodeado casi exclusivamente por sus incondicionales.
Esta tercera legislatura llega en medio de tensiones políticas mundiales y el enfriamiento de las relaciones con Occidente. Ya en 2022 tuvo que hacer frente a desafíos como la resistencia ciudadana a la política de Covid cero, con multitudinarias protestas por todo el país y un enorme desgaste social.
Y aunque la reciente agitación ha resquebrajado su imagen de líder infalible, esto no afecta a la cuidadosa puesta en escena de la sesión parlamentaria, el punto álgido político anual.
El debate en la Asamblea llega también tras las tensiones de los globos espías. El llamado “Ballongate” ha agravado una vez más las ya deterioradas relaciones con Washington.Se han tensado asimismo los vínculos con la Unión Europea tras las señales no confirmadas de que Pekín quiere suministrar armas a Rusia en su guerra con Ucrania. Los estadounidenses vuelven a incluir en sus listas negras a empresas chinas y la segunda economía mundial está tomando medidas enérgicas contra los excesos en el sector financiero.
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