Irán
Sara Khadem, la ajedrecista (sin velo) que pone en jaque a los ayatolás
La joven iraní no se cubre la cabeza con el hiyab en una competición en Kazajistán
Concentrada, con la mano derecha sosteniendo el mentón y la mirada fija sobre el tablero de ajedrez. La imagen difundida en las redes sociales de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDA) sería una estampa común en cualquier competición. Pero dado que su protagonista era la iraní Sara Khadem, que se envalentó a competir luciendo su radiante pelo negro, la estampa supuso un nuevo jaque al régimen de los ayatolás.
Según informaron medios de Irán, Khadem participó en un campeonato mundial de partidas rápidas de ajedrez en Almaty (Kazakhstan) sin vestir el “hiyab”, una norma de obligado cumplimiento incluso para las deportistas que compiten en el extranjero. En sus perfiles de redes sociales no hizo ningún comentario respecto a su decisión, y tampoco respondió a preguntas enviadas por la agencia Reuters.
También conocida como Sarasadat Khademalsharieh, esta ajedrecista nacida en 1997 figura actualmente en el puesto 804 del ranking internacional, y es considerada una de las grandes promesas de su país. Desde el estallido de las protestas en Irán por la muerte de la joven Masha Amini el pasado 16 de septiembre, fallecida en custodia de la policía de la moral por “vestir inapropiadamente el velo”, son muchas las deportistas o actrices que alzaron la voz contra la retrógrada élite clerical.
El primer caso con repercusión internacional fue el de Elnaz Rkabi, que se animó a participar en una competición de escalada en Corea del Sur a pelo descubierto. Tras desembarcar en Teherán, alegó que lo hizo sin darse cuenta, una excusa que no convenció a las autoridades. Fue condenada a arresto domiciliario y cayó en el olvido.
En noviembre, la tiradora de arco Parmida Gashemi “no se dio cuenta” de que su hiyab se cayó durante una entrega de premios en Teherán. En las imágenes se vio como la joven no hizo nada para evitar la caída del velo, algo que se interpretó como un gesto de simpatía hacia la revolución de las mujeres.
El caso más mediático fue el de la selección nacional de fútbol de Irán, que en su primer partido del Mundial de Qatar se negó unánimemente a cantar el himno nacional. Ante las presiones recibidas, los jugadores se vieron forzados a cantarlo en el siguiente encuentro. En las gradas, emisarios del régimen hostigaron a iraníes que enarbolaron el eslogan de “Mujer, vida y libertad”. Decenas de deportistas han sido interrogados, arrestados o dejados sin pasaporte tras solidarizarse con la revuelta.
Otras ajedrecistas ya desafiaron los códigos de vestimenta en el pasado. Dorsa Derakhsani fue apartada de la selección nacional por rechazar vestir el “hiyab” en un torneo en Gibraltar en 2017. Optó por mudarse a EE UU, y más adelante acabó representando a su país de acogida. En 2020, la Federación Iraní de Ajedrez expulsó a Mitra Hejazipour, que también participó sin velo en una competición en Moscú. Actualmente, compite en las filas de Francia.
Mientras se estima que ya han muerto 507 manifestantes –incluidos 69 menores- y 66 agentes desde el inicio de las protestas hace más de tres meses, la cultura y el deporte iraní siguen haciendo campaña para que el mundo no olvide las atrocidades que ocurren en su país.En las calles se mantiene el pulso pese a la brutal represión y la ejecución de presos, en unas protestas sociales convertidas en uno de los mayores retos afrontados por la Revolución Islámica vigente desde 1979. La valentía de muchas mujeres, que quemaron sus velos o se cortaron mechones de pelo en público, alentó a las masas a seguir demandando la caída del régimen.
Ante gestos desobedientes como el de la ajedrecista Khadem y la pérdida de miedo de los protestantes, el presidente ultraconservador Ebraim Raisi prometió ayer que “no tendrá piedad con los elementos hostiles”.