Represión

«Hackeado» el ayatolá Jamenei en un discurso de la televisión oficial

Se cuela en directo una foto del líder iraní ardiendo con una diana con un rifle en la frente

Una mujer iraní con velo pasa junto a una pared dibujada en Teherán
Una mujer iraní con velo pasa junto a una pared dibujada en TeheránABEDIN TAHERKENAREHAgencia EFE

Las protestas en Irán entran en su cuarta semana sin señales de debilitamiento. Las movilizaciones masivas desatadas por la muerte de la joven Mahsa Amini, fallecida bajo custodia de la “policía de la moral”, están adoptando nuevos mecanismos para desafiar al régimen de los ayatolás.

El sábado pasado, “hackers” informáticos sabotearon la cadena estatal Islamic Republic of Iran News Network (IRINN) en la hora punta de la noche. Justo cuando se emitía un discurso del ayatolá Ali Jamenei, se coló en antena un fondo negro con un retrato del líder supremo ardiendo en llamas. Sobre su frente, una diana de un rifle de francotirador. En la franja inferior, se incluyeron retratos de cuatro jóvenes muertas –incluyendo a Amini- desde el pasado 17 de septiembre, fecha en que se extendieron las marchas por todo el territorio.

Los “hackers” incluyeron una apelación a los millones de telespectadores que seguían el popular programa nocturno: ¡”levantaos y uníos!”. Las tácticas represivas del régimen, que en 2009 lograron acallar el “Movimiento Verde” contra el fraude electoral, no están logrando amedrentar a las masas. Durante la noche del sábado, circularon por redes sociales vídeos de grandes marchas en Teherán o Esfahan, con mobiliario urbano ardiendo y enfrentamientos con las fuerzas de seguridad.

Los gases lacrimógenos, porrazos e incluso el fuego real no logran quebrantar la determinación de los protestantes, que sueñan con derrumbar el estricto régimen islámico. Además del empuje de estudiantes en campus universitarios, se unieron también al movimiento sindicatos de trabajadores. En la planta petroquímica de Bushehr, decenas de obreros marcharon cantando “no temáis, no temáis, estamos todos unidos”. Las huelgas obreras fueron clave para la victoria de la revolución de 1979, que supuso la caída del Shah y el ascenso al poder de los clérigos liderados por el ayatolá Jomeini.

El lunes, comerciantes de las zonas kurdas convocaron un parón masivo, que se extendió a otras urbes como Teherán o Shiraz. El epicentro de la violencia fue Sanandaj, la capital de la provincia kurda, así como Salas Babajani, junto a la frontera con Irak. La ONG Hengaw difundió imágenes de las masas tomando las calles, antes de ser aplacadas con dureza por los antidisturbios. Amini era de origen kurdo, por lo que la indignación colectiva se siente especialmente al noroeste de Irán. Hengaw posteó una secuencia donde aparecían los proyectiles recogidos del suelo, donde se veían balas de rifles y pistolas.

Como de costumbre, las autoridades no ofrecieron demasiadas explicaciones sobre la represión en Sanandaj. Esmail Zarei Kousha, gobernador provincial, se limitó a comentar que “grupos desconocidos tramaron asesinar a gente joven en las calles”. También culpó a estos supuestos grupos de disparar en la cabeza a un manifestante que falleció ayer. Testigos afirman que los balazos fueron disparados por agentes, que reaccionaron a los bocinazos que emitió el fallecido desde su vehículo. Las bocinas de los automóviles retumban por todo el país para celebrar el desafío de las mujeres, que pierden el miedo a pasear por las calles con el pelo descubierto.

Hace casi dos semanas que las teles oficialistas no actualizan las cifras de víctimas, que mantienen en 41 personas. Pero desde Oslo, Iran Human Rights apunta ya a 185 asesinados, número que incluye unas 90 muertes en Zahedan, al este del país. El 30 de septiembre esta localidad se convirtió en un campo de batalla, con al menos 66 muertos. Las autoridades echaron las culpas a los separatistas baluches.

En Saqez, la familia de Amini no solo lidia con el dolor por la pérdida de la joven convertida en mártir. Agencias de inteligencia están amenazando de muerte a sus familiares. Efram Mortezaei, primo de la joven e integrante del Partido Comunista del Kurdistán, recibió mensajes y llamadas con una clara advertencia: “no te unas a las protestas”. Otros familiares recibieron alertas similares. Según cuentan, el régimen les presionó para que defendieran públicamente la versión oficial sobre la muerte de Amini. El Gobierno vendió que no sucumbió por los golpes de los policías de la moral, sino por complicaciones fruto de una cirugía cerebral previa.

Mohseni-Ejei, ex ministro de inteligencia y actual jefe de la judicatura, dejó entrever las primeras fisuras en la élite clerical. “Estoy preparado, hablemos. Si cometimos errores, podemos reformarlos. Si tenemos debilidades, podemos trabajar en ellas también”, comentó tras los anuncios de huelga general de trabajadores del petróleo. Pero las masas, que claman en bucle “¡muerte al dictador”!, aspiran a un vuelco absoluto. Las ofensas contra retratos de los ayatolá o las quemas de “hiyabs” parecen indicar un punto de no retorno en Irán. Incluso mujeres conservadoras, vestidas de negro de los pies a la cabeza, sostienen el eslogan “Mujer, vida y libertad”.