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Aniversario del golpe

Jóvenes birmanos se alistan a una guerrilla para combatir al régimen

Pese a su inferioridad numérica y de armamento, las Fuerzas para la Defensa del Pueblo han infligido algunos golpes al Ejército

Militares birmanos dispersan una manifestación prodemocracia en Yangon en marzo pasado LYNN BO BOEFE

Incapaces de aceptar que sus proyectos de futuro se vieran truncados por el golpe de Estado militar del que se cumple este martes un año, miles de jóvenes birmanos han dejado de lado las protestas pacíficas y se han alistado en las Fuerzas para la Defensa del Pueblo (PDF, en inglés) para combatir al Ejército y devolver la democracia al país.

Mauk Kham Wah (no publica su nombre real por seguridad ), de 27 años, era un cineasta prometedor, con un contrato firmado para rodar y estrenar su primera película en los cines, cuando el levantamiento del 1 de febrero de 2021, encabezado por el general Min Aung Hlain, sumió al país en una oscuridad a la que ni él ni miles de jóvenes que disfrutaron de una incipiente democracia se quieren resignar.

Veterano del movimiento contestatario estudiantil, enseguida se implicó en las protestas contra los militares, pasó unos meses en un grupo que ejecutaba acciones de sabotaje y violencia de baja intensidad y en octubre decidió volver a su estado Karen natal y poner su cámara y sus dotes organizacionales al servicio de una de las múltiples milicias que plantan cara al Ejército.

“No quiero llevar pistolas”, dice el joven, que a diferencia de sus compañeros no tuvo que someterse a un adiestramiento militar acelerado ni participa en los ejercicios militares, pero sí está presente en primera línea de fuego para documentar la lucha contra el poderoso Ejército birmano.

“Claro que paso miedo, he recibido disparos de todo tipo de armas, desde helicópteros, aviones y tanques. Siempre que nos disparan la muerte está cerca, he visto a amigos morir y he llevado el cuerpo de amigos heridos. He visto cómo amigos perdían sus brazos o sus piernas”, relata a Efe a través de una aplicación de mensajería.

Anthony Davis, experto en seguridad y defensa y colaborador de IHS-Jane’s, cifra en unos 5.000 los combatientes plenamente activos del medio centenar de Fuerzas de Defensa del Pueblo que se han formado en todo el país y cree que hay “probablemente diez veces más” a los que les gustaría hacer algo pero no pueden porque no tienen armas o adiestramiento o el dinero necesarios.

Oficialmente formadas en mayo, cuando el autodenominado Gobierno de Unidad Nacional (NUG) (un Ejecutivo paralelo al militar) declaró su “guerra defensiva” contra la junta, se han unido en algunas partes del país a guerrillas étnicas opuestas desde hace décadas al Gobierno, como la de los karen.

Pese a su inferioridad en número y en equipamiento, en los últimos meses han infligido algunos golpes al Ejército con tácticas de guerrilla que han costado cientos de bajas a los militares en varias provincias de Birmania.

“Solo en nuestro Estado puede haber unos 400 militares caídos. He visto a muchos de ellos muertos con mis propios ojos. Sus cuerpos están desperdigados”, dice Wah.

Además de su inferioridad numérica y armamentística, Davis apunta un tercer problema de estas Fuerzas de Defensa Popular: la ausencia de una estrategia unificada en el país, que podría ser subsanada por el gobierno alternativo a la junta.

“Las PDFs se enfrentan a dos debilidades críticas: la falta de armamento moderno y la falta de estrategia. Quizá el NUG no pueda ayudar mucho con el suministro de armas, pero tiene un papel importante que desempeñar en el trazado de una estrategia nacional para planificar y coordinar la actividad”, sostiene el analista.

Wah, que ha presenciado y filmado en primera línea una veintena de combates de sus compañeros, es consciente de estas desventajas y reconoce que a menudo deben parar el combate y volver a refugiarse en sus campamentos porque se les termina la munición y necesitan fondos para comprar más, pero él y sus compañeros mantienen un optimismo inquebrantable.

“Vamos a ganar”

“Todos mis compañeros creen que la victoria es un deber, todos piensan en el día después de la Revolución. Es la cosa más extraña que he vivido. No solo los PDFs, pero casi todos los ciudadanos creen que vamos a ganar. Yo también lo creo”, dice el joven cineasta, convencido de que pueden compensar la superioridad de su enemigo a base de entusiasmo y talento.

“Somos conscientes de que el Tatmadaw (nombre del Ejército birmano) es muy poderoso. Pero a diferencia de ellos tenemos un espíritu fuerte, talento, mejores ideas, compromiso, una base estratégica cívica, creatividad... Y sobre todo nos tenemos a nosotros mismos. Ese es nuestro lema, lo que gritábamos en las protestas: “Nos tenemos a nosotros”, añade.

Además de esa solidaridad del grupo y de esa unión surgida del combate contra un enemigo común, Wah asegura que su mayor motivación es “volver a casa” cuando termine el conflicto. “Queremos recuperar nuestras vidas pacíficas de antes”, dice.