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Alemania

Anatomía del colapso de la Coalición Semáforo de Scholz

La impopularidad del Gobierno alemán crecía a medida que socialdemócratas, verdes y liberales dirimían sus disputas en público

El canciller alemán, Olaf Scholz, en el último debate en el Parlamento federal (Bundestag) CLEMENS BILANEFE

Una ola de incredulidad empañó la esfera política alemana cuando Olaf Scholz ganó las elecciones en 2021. Algunas personas no creían que el Partido Socialdemócrata (SPD) pudiera hacer eso y mucho menos el que pasaría a ser el nuevo canciller de la República alemana. Pero después de largas negociaciones, fue Scholz quien encabezó la primera coalición tripartita entre socialdemócratas, verdes y liberales, conocida como Coalición Semáforo por los colores de sus partidos. «Estamos unidos por la voluntad de mejorar el país, de hacerlo avanzar y mantenerlo unido», aseguró el recién nombrado canciller.

La incredulidad dio paso a cierta certidumbre de que aquel experimento pudiera funcionar. Incluso algunos, desde los medios, se aventuraron a renombrar esa alianza como la «coalición para el progreso». De poco sirvió, la euforia de los socios de coalición se desvaneció rápidamente. Poco después, Rusia atacó a Ucrania y para Scholz, la guerra en Europa fue un punto de inflexión. «Tenemos que invertir mucho más en la seguridad de nuestro país para proteger nuestra libertad y nuestra democracia», defendió al mismo tiempo que puso en marcha un fondo especial de 100.000 millones de euros para la «Bundeswehr» y realineó la política exterior.

Sondeos en AlemaniaMiguel RosellóLa Razón

A partir de entonces, el canciller gobernó en modo de crisis permanente. Fue mediador en muchas disputas que empezaron a sucederse dentro de su Gobierno mientras veía que empezaban a caer su índices de popularidad. «Las disputas pueden desgastarnos y alimentar la incertidumbre. Incluso dentro del Gobierno, las cosas no siempre salieron como me hubiera gustado», se excusó poco después. No fue el único tropezón. Posteriormente, una sentencia del Tribunal Constitucional Federal anuló el presupuesto de 2023. El veredicto dejó inequívocamente claro que la receta de la coalición no podía utilizarse para combatir la disputa y una serie de problemas cuya solución pasaba por invertir mucho dinero. Dinero, por ejemplo, para la reestructuración de la economía impulsada por

Los Verdes con vistas a la protección del clima o también para implementar para el Estado de Bienestar, que estaba supervisado principalmente por el SPD.

El tono dentro de la coalición adquirió cada semana un tono más áspero. Mientras que los miembros del SPD y Los Verdes se mostraban abiertos a aliviar el freno de la deuda para poder invertir más dinero, los liberales del FDP presionaban por una mayor disciplina presupuestaria. El canciller tuvo que aceptar duras medidas de austeridad, al mismo tiempo que hacía cábalas para no dejar a nadie solo o descontento. Con esta artimaña, el Gobierno alemán llegó a circular en varias direcciones durante los últimos meses. Algo que perjudicó a cada uno de los partidos involucrados en el Ejecutivo, que vieron cómo cayeron sus intenciones de voto en las encuestas, al mismo tiempo que se anotaron el calificativo de ser el Gobierno más impopular de las últimas legislaturas. Solo el canciller Scholz intentó transmitir algo de confianza. En un intento de mejorar la imagen de la alianza, intentó afrontar con humor las numerosas crisis, incluido el descontento de la población e incluso, a sabiendas de las muchas piedras que encontraba en el camino, intentó continuar la coalición a través de las distintas crisis. Finalmente, los datos económicos intensificaron las disputas dentro de la coalición y, como última gota, cada uno de los líderes de los partidos involucrados hicieron públicas sus propias sugerencias. El fin llegó con la destitución del ministro de Finanzas, el liberal Christian Lindner, con la consiguiente salida de la coalición y el colapso del gobierno.

Ahora, y con la fecha de las elecciones anticipadas fijada para el 23 de febrero, la Unión conservadora tiene a Friedrich Merz como candidato, Los Verdes a Robert Habeck; pero con el semáforo apagado, algunos miembros del SPD se preguntan si realmente Scholz se debería volver a presentar como candidato a canciller. Dentro de su partido, hay opiniones cruzadas. En realidad, ya se sabe que Olaf Scholz encabezará al SPD como candidato a canciller. No obstante, esto no se decidirá oficialmente hasta el próximo año.

El líder del grupo parlamentario del SPD, Rolf Mützenich, admitió en una entrevista concedida a la televisión pública ZDF que dentro del partido “también hay quejas” sobre la idoneidad del todavía canciller. Lo que está claro -tal y como apunta ya la prensa alemana-, es que Scholz tratará de diferenciarse claramente de Merz y más ahora que no tiene que dar cuentas a sus socios de coalición. Según la propia formación, el SPD no se centrará los próximos meses en convertirse en un socio menor de un gobierno liderado por la Unión, sino que jugará por la victoria. “Y estoy absolutamente seguro de que todavía es posible lograrlo”, destacó Mützenich.

No obstante, también hay críticas abiertas a Scholz como candidato y no son pocas las voces que piden que sea Boris Pistorius, el actual Ministro de Defensa y favorito de las encuestas, el que se postule. Una posibilidad para la que hasta ahora solo se han pronunciado los críticos de la segunda o tercera fila. La revista Stern aludió al administrador del distrito SPD de Groß-Gerau, quien se pronunció a favor de Pistorius. También hicieron comentarios similares el alcalde de Múnich, Dieter Reiter, y dos representantes del SPD de Hamburgo. ¿Y el propio Pistorius? “Tenemos un canciller y él será el candidato designado a canciller”, afirmó el lunes en un debate organizado por el periódico “Süddeutsche Zeitung”. “No veo a nadie en el partido que quiera cambiar nada”, aclaró. Poco antes, el secretario general del SPD, Matthias Miersch, había anunciado que el SPD nominaría oficialmente a su candidato en el congreso federal del partido que se celebrará a finales de enero o principios de febrero. “No tengo ninguna duda de que Olaf Scholz saldrá elegido”, afirmó Miersch. Ahora todo es posible. Normalmente es el canciller quien se vuelve a postular, pero con el colapso de la coalición y el anuncio de elecciones anticipadas pueden suceder muchas cosas. Si las cifras de las encuestas para Scholz y su SPD siguen siendo tan malas y la distancia con la Unión no disminuye, el debate en el SPD sobre el candidato más idóneo podría ganar impulso.