Cumbre en Washington
Las dudas sobre la candidatura de Biden eclipsan el 75º aniversario de la OTAN
Los aliados se reúnen en Estados Unidos para reforzar su compromiso con Ucrania, repartir la carga del gasto militar y nombrar a un nuevo secretario general
Cuando la Organización del Tratado del Atlántico Norte fue creada en abril de 1949, sus miembros esperaban que el músculo militar conformado fuera suficiente para prevenir una posible tercera guerra mundial.
El objetivo era contener las agresiones de la entonces Unión Soviética en Europa, una misión que pareció perder foco tras la caída del Muro de Berlín y la pérdida de influencia económica y social rusa. Sin embargo, hoy, en 2024, las amenazas de antaño resurgieron con la invasión del Kremlin a Ucrania, en un intento de Vladimir Putin por completar el sueño frustrado de sus dictadores soviéticos predecesores.
Hoy la OTAN está más unida y fuerte que nunca. Ha logrado completar 32 miembros y enfrentado directamente una guerra en Afganistán, ha usado la fuerza en Yugoslavia en 1999 y ha intervenido militarmente en Libia en 2011, todo en una suerte de preparación para su prueba de fuego: defender las fronteras ucranianas de la ambición expansionista.
Así llega la Alianza Trasatlántica a su aniversario 75º, bajo el escrutinio de quienes buscan fortalecerla, pero también entre ceja y ceja de quienes pretenden debilitarla, bien sea por intereses internos o por estrategias de ajedrez geopolítico.
En Washington D.C. se reúnen esta semana los líderes de la OTAN con un robusto plan para mejorar la estrategia de defensa en marcha sobre Ucrania, y para intentar convenir acciones conjuntas que contengan la influencia de China, que en alianza con Rusia, Irán y Corea del Norte, conformarían una especie de grupo peligroso para los intereses y estabilidad de Occidente, según han advertido altos funcionarios estadounidenses.
El secretario de Estado de EE UU, Antony Blinken, explicó que parte de esas acciones contemplan que los aliados aporten “más de 7 millones para comprar equipamiento para las mujeres de las fuerzas armadas ucranianas, incluyendo más de 10.000 chalecos antibalas, uniformes y botas”.
Para el diplomático, la medida “es sólo una pequeña parte de nuestro esfuerzo para garantizar que Ucrania no sólo pueda defenderse hoy, sino también llegar al punto en el que pueda valerse por sí misma, militar, económica y democráticamente”.
El académico de American University, Emilio Viano, asegura a LA RAZÓN que la letra pequeña de la cumbre importa en el marco de Ucrania, pero que, como todos los encuentros internacionales, es más bien una oportunidad para desarrollar reuniones bilaterales entre distintos socios. El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski ha hecho lo propio queriendo lograr la suya con su homólogo estadounidense Joe Biden, con quien tiene una buena relación dado el impulso de los demócratas para la ayuda a Ucrania. El momento, sin embargo, no queda claro si es el mejor para el mandatario.
A diferencia de cualquier otra cumbre, esta se lleva a cabo en un momento en que el presidente de los Estados Unidos enfrenta una fuerte presión para renunciar, y cuando la autoridad de la presidencia acaba de ser dramáticamente ampliada debido al fallo de la Corte Suprema sobre la inmunidad presidencial en medio de una campaña electoral.
Cuando los otros jefes de gobierno y de estado de la OTAN se sienten con el presidente Joe Biden, la duración de su mandato será una pregunta legítima. Asimismo, el hecho de que futuros presidentes puedan estar por encima de la ley si todos los actos oficiales reciben inmunidad planteará algunas preguntas profundas, teniendo en cuenta que la alternativa electoral a Biden es Donald Trump, el expresidente republicano que amenazó con parar la financiación de EE UU a la Alianza si Europa no aumentaba sus contribuciones.
En una declaración previa a la Cumbre, Biden intentó enfocar la narrativa en la necesidad de que él se quede en la Casa Blanca. “Nuestros aliados están buscando el liderazgo de Estados Unidos”, dijo el mandatario en una entrevista. “¿Quién más crees que puede intervenir aquí y hacer esto? Amplié la OTAN. Solidifiqué la OTAN. Me aseguré de que estemos en una posición donde tengamos una coalición de naciones alrededor del mundo para tratar con China, con Rusia, con todo lo que está pasando en el mundo. Estamos logrando un progreso real”, sentenció.
Y es que Biden está esforzándose por convencer a los votantes y donantes de que aún está a la altura del trabajo. Ha estado defendiendo su caso en la campaña electoral, en una carta desafiante a los legisladores demócratas y durante entrevistas amistosas con los medios en los últimos días. Aún así, enfrenta escepticismo de algunos aliados de larga data.
Seis miembros demócratas de la Cámara de Representantes han pedido públicamente a Biden que abandone su campaña; otros legisladores, en conversaciones privadas, lo han instado a dar un paso al costado, y varios donantes de alto perfil han expresado preocupaciones sobre su viabilidad en la carrera contra Trump.
A pesar del caos, ya hay evidencia de cumbres anteriores que dieron resultados en medio de las turbulencias. Viano recuerda, por ejemplo, “la cumbre del 50º aniversario en abril de 1999, también celebrada en Washington. El presidente Bill Clinton acababa de ser acusado por la Cámara de Representantes cuatro meses antes. Y aunque no estaba en guerra en el sentido de que el Artículo 5 de la OTAN no había sido invocado (que establece que un ataque contra uno será considerado un ataque contra todos), la OTAN estaba bombardeando Serbia para prevenir la limpieza étnica y el asesinato de albaneses étnicos en Kosovo”, explica el también historiador.
Y en medio de todos esos asuntos sin resolver, dice Viano que en la Cumbre se fue capaz de “aprobar un nuevo concepto estratégico junto con una iniciativa de capacidades de defensa para fortalecer el poder militar de la OTAN. Se agregaron tres nuevos miembros: la República Checa, Hungría y Polonia”, culmina.
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