Operativo de búsqueda
Las agónicas últimas horas para hallar al «Titan»
Búsqueda contrarreloj. El tiempo, las bajas temperaturas y la oscuridad obstaculizan las tareas de rescate de los cinco tripulantes a bordo del sumergible
El tiempo se acaba y el sumergible «Titan» desaparecido en el océano Atlántico el pasado domingo sigue sin dar señales que puedan ayudar a su localización y al rescate de sus cinco tripulantes. Según la Guardia Costera estadounidense, al sumergible desaparecido le quedan unas 40 horas de oxígeno. Por eso, EE UU, al frente de la operación, ha informado de que la búsqueda se está ampliando a aguas más profundas. Pero el tiempo no es el único reto que enfrentan las varias agencias estadounidenses y canadienses que participan en las labores de búsqueda. Las bajas temperaturas del agua y la oscuridad de la noche son también un desafío, y el hecho de que la búsqueda se esté desarrollando a más de 1.500 km de la costa no facilita el éxito del operativo. Además, cualquier operación de este tipo necesita unas condiciones meteorológicas buenas, con aguas muy calmadas.
Esta no es la primera vez que el «Titan» de la empresa OceanGate Expeditions desaparece. Ocurrió algo parecido el verano pasado. Así lo ha explicado el periodista de la NBC, David Pogue, quien ha recordado en sus redes sociales que «un submarino de OceanGate que viajaba a los restos del Titanic se perdió durante unas horas el verano pasado», exactamente durante tres horas. En un reportaje que ofrece en su propia cadena, el periodista lee en voz alta el documento que debe firmar antes de subirse a bordo. «Estaba un poco nervioso», explica su voz en off antes de comenzar a leer: «Un buque experimental sumergible que no ha sido aprobado o certificado por ninguna agencia regulatoria y podría resultar en daños físicos, una emergencia o la muerte». Según OceanGate, el «Titan» era tan innovador que no encajaba en el marco habitual de la industria naval, de ahí que no cuente con ninguna certificación.
Al parecer, su casco está realizado con fibra de carbono para sustituir al acero y que así pueda soportar la presión a gran profundidad. En las imágenes se ve cómo el reportero bromea con un «¡qué estoy firmando!». Pogue se quita los zapatos y entra en la nave acuática que asegura que tiene un tamaño similar al de una «minivan». Comenta en voz alta que algunas de las piezas parecen «improvisadas» y rompe a reír cuando el director de la compañía le enseña un mando similar al de una videoconsola para manejar la nave acuática. Durante la inmersión sufren un incidente y tienen que salir a la superficie.
El aparato en cuestión es un sumergible, no un submarino, ya que no funciona como una nave autónoma, sino que depende de una plataforma de apoyo para poder desplegarse y bajar a las profundidades, y luego regresar. Esa plataforma precisamente fue la que el domingo 18 de junio perdió la conexión con el «Titan» 1 hora y 45 minutos después de comenzar su inmersión, a las 11:47 am hora local. En esta carrera contra el tiempo juega también que, aunque la mayoría de los aparatos como este sumergible suelen contar con un dispositivo acústico que emite sonidos detectables por los rescatistas, en este caso no está claro que el «Titan» tenga uno.
Cuando a las 6:10 pm del domingo, el «Titan» no resurgió como estaba programado, se notificó a las autoridades para que iniciaran las labores de rescate. Hasta ayer los buscaban por aire y agua, porque no descartaban que el sumergible hubiera salido a flote, pero ahora se están centrando en las profundidades del océano. Temen que se cumplan sus peores presentimientos, que se haya quedado atrapado en las profundidades del Atlántico. Si así fuera, todo supondría palabras mayores en cuanto a lo que a la búsqueda se refiere. Los buzos humanos no están preparados para bajar a tanta profundidad manteniendo una buena temperatura y sin quedarse sin oxígeno. Pueden descender solo unos pocos cientos de metros, y siempre teniendo en cuenta que a partir de los 100, la luz del sol ya no penetra en el agua y se mueven en oscuridad total.
Si realmente este fuera el caso, habría que contar con aparatos submarinos controlados a distancia, un dron acuático, para continuar la búsqueda a miles de metros bajo el agua. Pero este tipo de artilugios no son tan comunes, la Marina de Estados Unidos cuenta con uno para llegar a zonas más profundas, el CURV- 21, que puede alcanzar profundidades de hasta 20.000 pies (más de 6.000 metros). Ya se utilizó a principios de 2022 en el rescate de un F-35 Joint Strike Fighter cuando se estrelló a unos 12.400 pies (3.778 metros) en Mar de China meridional. Llevar este aparato de última tecnología hasta la zona de búsqueda también supone un reto, porque su desplazamiento es lento (hay que buscar la embarcación adecuada para cargarlo) y tardaría en llegar. Ahora mismo, según el contralmirante de EE UU que está informando sobre las actuaciones desde Boston, se está cubriendo una zona extremadamente extensa, más de 25.000 km cuadrados, por eso se han arrojado boyas de sonar que pueden vigilar hasta 3.962 metros de profundidad.
Otra cuestión importante son las propias baterías del sumergible, que permiten que funcionen los calentadores para luchar contra las bajas temperaturas a esas profundidades. No pueden fallar, de lo contrario sus cinco pasajeros podrían sufrir una hipotermia.
Francia anunció ayer que se unía al operativo de búsqueda y rescate. El instituto de las ciencias oceánicas Ifremer envió un barco equipado de un robot submarino para buscar al «Titan». El «Atalante», como se llama el barco, debía llegar a su destino a las 18:00 horas GMT de este miércoles, anunció al canal BFMTV el secretario de Estado del Mar, Hervé Berville. «Jugamos contra el tiempo», reconoció Berville.
También Canadá reforzó el operativo para localizar al «Titan». La ministra de Pesca, Océanos y Guardia Costera de Canadá, Joyce Murray, declaró ayer que el barco del Servicio de Guardacostas de Canadá Kopit Hopson 1752 está en ruta hacia el punto del océano donde desapareció el sumergible. Murray añadió que otras dos embarcaciones regresaron al puerto de San Juan de Terranova (Canadá) para cargar equipamiento y participar en las labores de rescate.
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