Crisis en Italia
Las fugas del M5E abren la puerta a un «Draghi bis»
Los partidos políticos se suman a las peticiones de la sociedad civil para que siga en el poder el ex banquero
«Haremos todo lo que sea necesario. Y, créanme, será suficiente», lanzó Mario Draghi en 2012. Las palabras del entonces presidente del Banco Central Europeo marcaron un antes y un después porque confirmaron que la institución financiera no permanecería de brazos cruzados ante la mayor crisis desatada en la eurozona, que amenazaba con enterrar la moneda única. Una década después, con el economista al frente de un Gobierno de unidad nacional desde febrero de 2021, los partidos políticos italianos se movilizan para evitar que «Súper Mario» confirme hoy su dimisión en el Parlamento.
«Haremos todo lo que haga falta para convencer a Draghi», anunció el ex primer ministro Matteo Renzi, parafraseando al economista. Y no es el único. Los llamamientos por parte de la sociedad civil para que el «premier» retire su dimisión se multiplicaron en los últimos días, al mismo tiempo que los partidos políticos intensificaron ayer la presión para intentar que «Súper Mario» se mantenga al frente del Ejecutivo hasta agotar la legislatura en marzo de 2023.
La decisión final sólo se conocerá cuando el economista comparezca hoy en el Senado y el jueves en la Cámara de los Diputados. Pero si hasta hace unas horas su dimisión irrevocable se daba casi por descontada, la agitación que se vivió en el Movimiento Cinco Estrellas ayer, dividido ante el ultimátum de su líder al jefe del Ejecutivo, podría abrir tímidamente la puerta a un «Draghi bis».
Desde que presentara su dimisión al jefe del Estado la semana pasada –rechazada y «congelada» hasta hoy–, Draghi se ha mantenido alejado de la escena política, reflexionando sobre su futuro inmediato. Un silencio voluntario que sólo rompió para viajar el lunes a Argelia, donde firmó un importante acuerdo comercial para garantizar el suministro de gas a Italia en otoño y deshacerse de la incómoda dependencia energética rusa. Una vez de nuevo en Roma, el aún primer ministro se reunió con el presidente de la República, Sergio Mattarella, y con el líder del Partido Demócrata (PD), Enrico Letta.
Un cara a cara con el jefe de los socialdemócratas que podría ser el epílogo de esta legislatura o una señal de que aún existen las condiciones para reconstruir un Gobierno de unidad nacional que haga frente a las actuales emergencias.
En el PD están convencidos que sólo la permanencia de Draghi permitirá culminar con éxito el programa de reformas prometido a la UE para acceder a los fondos del Plan de Recuperación y aprobar unos nuevos Presupuestos en medio de la mayor recesión que sufre el país desde 1986, pero sobre todo temen que la convocatoria anticipada de elecciones pueda abrir las puertas de Palazzo Chigi a la líder de Hermanos de Italia, Giorgia Meloni, primera fuerza del país, según los sondeos.
Nadie, excepto los ultraderechistas de Hermanos de Italia, el único partido que permanece en la oposición, quiere sacar las urnas antes de tiempo. Ni siquiera sus socios en la coalición conservadora. Matteo Salvini y Silvio Berlusconi también confirmaron ayer el apoyo de la Liga y Forza Italia a Draghi, pero sólo si excluye al M5E del Ejecutivo. El caos que se vivió en los palacios de la política romana las horas previas a la comparecencia del jefe del Ejecutivo en el Parlamento es sólo comparable a la confusión en el M5E, cuya descomposición podría ser la única opción para evitar las elecciones anticipadas.
El líder del partido, Giuseppe Conte, que hizo estallar esta crisis por su rechazo a un decreto con ayudas para superar la inflación que consideraba insuficiente, se encuentra más cuestionado que nunca por sus parlamentarios, divididos entre quienes presionan para pasar a la oposición y quienes lo consideran un suicidio. Estos últimos podrían abandonar el partido en las próximas horas, incluido el portavoz en la Cámara de los Diputados, lo que supondría un golpe mortal para el liderazgo de Conte después de la reciente escisión protagonizada por el ministro de Exteriores, Luigi Di Maio.
El resultado de la votación de confianza a la que se someterá el primer ministro en ambas Cámaras, por tanto, no sólo marcará el futuro próximo del país, sino que también amenaza con condenar a la irrelevancia al partido que ganó las últimas elecciones.
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