"Partygate"
Alcohol, karaoke y vómitos en la alfombra de Downing Street
Johnson vuelve a pedir perdón, pero se niega a dimitir tras la publicación del informe sobre las fiestas ilegales durante el confinamiento
Seis meses después de que la prensa sacara a la luz el escándalo del Partygate, los británicos pudieron conocer ayer finalmente, de primera mano, los detalles de las fiestas celebradas en Downing Street en pleno confinamiento. Excesivo consumo de alcohol, máquina de karaoke, música hasta altas horas de madrugada, vinos por la paredes y vómitos por la alfombra son tan solo algunos de los puntos reflejados en el esperado informe elaborado por la vicesecretaria de la Oficina del Gabinete Sue Gray, quien ya a principios de año avanzó que se habían cometido “graves fallos de liderazgo”.
A lo largo de 37 páginas, la alta funcionaria describe hasta 16 eventos, entre ellos, la fiesta de hasta 45 personas que se alargó hasta altas horas de la madrugada en la jornada previa al funeral del Duque de Edimburgo, marido de Isabel II. Gray tacha de “inaceptable” los constantes intentos para intentar “silenciar” a los trabajadores más juniors, recalcando que algunos de ellos “asistieron a estos eventos porque sus superiores estaban presentes, o incluso los habían organizado directamente”. Asimismo, también denuncia casos de “falta de respeto y un tratamiento pobre hacia el personal de limpieza y seguridad”. Al cierre de esta edición, nadie había presentado su dimisión.
El informe no se trataba de un expediente disciplinario. Gray explica que no está en sus manos imponer sanciones. Eso sí, ofrece una reflexión: “no hay excusa para algunos de los comportamientos”. “Mucha gente estará conmocionada ante la escala del comportamiento que tuvo lugar en el mismo corazón del Gobierno”, concluye. “El público tiene derecho a esperar los más altos estándares de comportamiento en esos lugares y claramente lo que sucedió estuvo muy por debajo”, añade.
En cualquier caso, las críticas personales hacia el primer ministro no son tan duras como se esperaba y el hecho de que se le acuse ahora de haber infringido las normas que él mismo impuso en la pandemia tampoco es que aporte nada nuevo. En abril, tanto Johnson como su pareja ya fueron multados por Scotland Yard. Se convertía así en el primer jefe de Gobierno de la historia del Reino Unido en ser sancionado por haber violado la ley. La pesquisa de la Policía Metropolitana terminó la semana pasada con un total de 126 multas.
Durante su comparecencia en la Cámara de los Comunes, Johnson pidió “humildes disculpas” y recalcó que asume “toda responsabilidad”. Con todo, pidió a los parlamentarios que pasen página y se centren en los asuntos realmente importantes. De hecho, en un claro intento de crear cortina de humo, está previsto que este jueves anuncie un paquete de medidas para aliviar los estragos que está causando el aumento de coste de vida con una inflación que puede llegar al 10%.
El premier volvió a justificar que él pensaba que las celebraciones eran “reuniones de trabajo” y se escuda ahora en que su “breve” presencia en algunos de los eventos, tan solo fue para despedir a algunos de los trabajadores. “Simplemente quería agradecerles por su labor, lo que creo que es una responsabilidad como líder, particularmente importante cuando la gente necesita saber que sus contribuciones son reconocidas y hay que mantener la moral lo más alta posible [en los momentos complicados de pandemia]”, indicó.
Asimismo, volvió a reiterar que estaba convencido de que no rompió las reglas, tal y como repitió en reiteradas ocasiones a la Cámara de los Comunes. El apunte va con toda intención porque se someterá ahora a una investigación parlamentaria por desacato y si finalmente se determina que mintió a Westminster podría ser motivo de dimisión.
En posterior rueda de prensa, cuando le preguntaron si era un mentiroso, contestó que “no”. Cuando le plantearon si estaba pensando en presentar su renuncia, recalcó: “No importa cuán amargas y dolorosas puedan ser las conclusiones de esto, y lo son, y no importa cuán humillantes sean, tengo que seguir adelante”.
El líder tory mantuvo una reunión a puerta cerrada con sus filas. Públicamente algunos diputados como David Davis, el que fuera ministro del Brexit, pidieron su dimisión. Pero, hoy por hoy, no hay indicios de que los rebeldes vayan a poder reunir las 54 cartas formales que se necesitan para forzar una moción de confianza a su liderazgo. Estuvieron muy cerca de conseguirlo a principios de este año, aunque la guerra de Ucrania se impuso luego en la agenda de Westminster.
En cualquier caso, no se puede decir que la posición de Johnson esté ahora consolidada. Tras perder casi 500 escaños en las recientes elecciones locales, ver cómo su popularidad ha caído en picado y haber perdido la confianza del electorado en cuestiones también económicas, los conservadores empiezan a plantearse si sigue siendo realmente rentable. Por lo tanto, no hay garantías de que sobreviva como candidato `tory´ para las próximas generales, previstas en 2024.
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