Desvío de capitales
“Los paraísos fiscales han facilitado el enriquecimiento de los políticos africanos”
Consultoras extranjeras, políticos y multinacionales colaboran para desviar una parte del dinero de las ayudas a bolsillos de particulares
Tras el amalgama de guerras, hambrunas, inestabilidad política y corrupción en el continente africano se esconden los paraísos fiscales. Empresarios, políticos e inversores extranjeros colaboran desde hace décadas en el desvío de fondos hacia cuentas “offshore” ubicadas en todo el globo, con las consecuencias que esto acarrea. Y los números son significativos: según un informe publicado por el Banco Mundial en febrero de 2020, hasta un 7,5% de las ayudas entregadas por dicha institución a 22 naciones africanas han terminado en paraísos fiscales. El documento señalaba que la mayoría de estas prácticas sucedieron en los países que más ayuda requerían, donde lugares como Sierra Leona, Guinea-Bissau, Eritrea, Uganda, Mozambique, Burundi y Malaui han visto cómo un 3% de su PIB anual se escapaba al extranjero. Esta práctica financiera permanece oculta tras la sombra de otros dramas más visibles, habiéndose considerado como un “mal menor” dentro del barullo de males que sufre el continente africano (hasta el punto de contar incluso con sus propios defensores).
Magnates o mangantes
Los FFI (flujos financieros ilícitos) pertenecen a la economía delictiva relacionada con la trata de personas, la corrupción o el narcotráfico, al igual que se refieren a los diferentes medios ideados por empresas y personas jurídicas para la evasión de impuestos. La organización Global Finantial Integrity eleva la cifra de FFI en África a 70.000 millones de dólares anuales. Sin embargo, fuera de lo que podría pensarse, estos números no se deben tanto al narcotráfico o la trata de personas como a las estrategias fiscales de compañías relacionadas con la extracción de materias primas. Según un informe de FACTI Panel (organización dedicada a la transparencia económica con vistas a la Agenda 2030), un 56% de los FFI en África corresponden a este sector. Suponen cifras de miles de millones de dólares en impuestos evadidos que no podrán contribuir a la financiación de las necesitadas naciones africanas.
Se reconoce que las élites empresariales africanas son un gran responsable de estas prácticas financieras: nombres como Kolawole Aluko (magnate del petróleo nigeriano), John Stevens (tratante de diamantes zimbabuense), Farid Bedjaoui (tratante de diamantes y magnate petrolero argelino) y diversas figuras políticas y empresariales de 44 países africanos aparecieron en los papeles de Panamá como algunas de las personas acusadas del desvío de fondos a este paraíso fiscal.
Embaló es un joven empleado de banca en Bissau que ha preferido que no digamos el nombre de su compañía por su propia seguridad. Parece estar lleno de ideas cuando dice que “aquellos que defienden la evasión de impuestos en África (que los hay) argumentan que el panorama económico en el continente es demasiado inestable para considerarlo seguro en materia de inversiones”. Afirman que las políticas fiscales del continente que facilitan los FFI no dejan de ser un potente incentivo sin el cual se reducirían las inversiones, hasta provocar un daño económico todavía mayor en el continente. Embaló comenta con un desdén juvenil que “evitan decir que los FFI también son de gran utilidad para los negocios ilegales en el continente”. Señores de la guerra, narcotraficantes y delincuentes de todo pelaje lavan su dinero siguiendo métodos tan sencillos y parecidos a los de las empresas legales, sin que por ello se hayan establecido todavía los medios necesarios para controlarles.
Préstamos milmillonarios
Un estudio publicado en 2019 por la ONG Oxfam señaló otro papel, cuanto menos burlesco, que siguen los paraísos fiscales en relación con África. Según los datos ofrecidos, un total de 80.000 millones de euros prestados por entidades privadas proceden de paraísos fiscales, suponiendo 1 de cada 6 dólares que recibe África en ayuda externa total. Seis mil millones procedentes de Bermudas, 9 mil millones de Hong Kong, otros 9 mil millones de Suiza, 12 mil millones enviados desde Mauricio... huele mal porque el blanqueo de capitales por medio de préstamos procedentes de paraísos fiscales es un método habitual de lavado de dinero. La opacidad de las transacciones impide que se conozca con certeza dónde van a parar estos miles de millones de dólares de pies ligeros y que buenamente pueden irse de vuelta a estos paraísos y de vuelta otra vez a los bolsillos del interesado.
Así explica Embaló el caso de Isabel dos Santos, la hija de un ex dictador angoleño y que fue una de las 20 personas más ricas del continente hasta que Angola emitió en 2020 una orden de arresto contra ella. Isabel dos Santos se habría enriquecido a través de créditos preferenciales en su beneficio, el uso de dinero público para uso propio y la venta de información privilegiada. El 22 de enero de 2020, tres días después de hacerse públicas las tropelías de dos Santos, su asesor financiero Nuno Ribeiro da Cunha apareció muerto en su casa y ella se vio obligada a escapar a Dubái, donde reside desde entonces. Los Papeles de Pandora vincularon su nombre un año después con cuentas y compañías “offshore” en Estados Unidos y Oriente Medio.
“Que algunos dirigentes africanos utilicen la ayuda externa para llenar sus propios bolsillos no es novedad”. Embaló menciona a Mobutu Sese Seko, dictador congoleño entre 1965 y 1997 y cuya fortuna personal de 5 mil millones de dólares equivalía a la deuda externa de su país por aquellos años. Asegura en el encuentro casual que sostuvimos cerca de su banco que “los paraísos fiscales de todo el mundo viven favorecidos por el ruido de tragedias más vistosas y han facilitado en la medida de lo posible el enriquecimiento de políticos africanos”. El exdictador nigeriano Sani Abacha también se apropió de 500 millones de dólares, de los cuales 267 millones fueron encontrados en una cuenta de Jersey (que es una encantadora islita junto a la costa occidental francesa, un paraíso fiscal europeo que pertenece a Reino Unido desde el medievo).
Asesoría externa
No cabe duda de que la evasión de ayudas económicas es uno de los cánceres más corrosivos que sufre África. Y el mayor cómplice entre los paraísos fiscales se encuentra en el mismo continente: alguno habrá ido en su luna de miel, otros van para cerrar el trato. Allí hace un tiempo espléndido cuando no hay ciclones. El Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) desveló en 2019 cómo diversas empresas multinacionales y personalidades tan dispares como el músico británico Bob Geldof utilizaron Mauricio para evadir impuestos. El entramado que tienen en esta otra lista da para otro artículo. En este informe, conocido como “Mauritius Leaks”, se menciona la ayuda prestada a estas empresas por el bufete de abogados Conyers Dill & Pearman o la firma de auditoría KPMG. .
El entramado de evasión de impuestos afecta a todos los sectores posibles: negocios legales e ilegales, públicos y privados, agentes internos y externos, multinacionales y fondos de ayudas. Los funcionarios africanos aseguran que hace falta una completa reestructuración de los sistemas fiscales del continente si se quiere poner fin a estas prácticas. Embaló bromea diciendo que, mientras el Banco Mundial no presione a los gobiernos africanos para que mejoren sus políticas fiscales, “nunca podrá alcanzarse un pleno desarrollo del continente que ni siquiera se conseguiría con una avalancha de caridad, porque la caridad iría directa a los paraísos fiscales”. “ Y proseguirán las ayudas con doble rasero que en realidad no son ayudas, todo con tal de continuar la dinámica de riqueza para pocos y pobreza para muchos que tan provechosa resulta para los pocos del paraíso”.