Opinión

¿Qué pasará en Oriente Medio en 2022?

Irán, Yemen, Siria, Líbano, Israel... las claves de los conflictos para este nuevo año

Protest against the Middle East Peace Plan
Jordanos rezan durante una protesta contra el llamado 'Acuerdo del Siglo', planeado por Donald Trump para resolver el conflicto entre palestinos e Israel, en Ammán, JordaniaANDRE PAINAgencia EFE

¿Qué aspecto tendrá Oriente Medio en 2022?

Porque el conflicto domina en Oriente Próximo, reflejado en informativos y titulares desde hace décadas, y ese complejo conflicto tiene repercusiones más allá de la región, cabe preguntarse cómo se verá la zona este año que acaba de comenzar y si se puede vislumbrar algún cambio para mejor.

2022 eIrán

Tras la victoria electoral del radical Ebrahim Raisi, apoyado por el el líder supremo, el ayatolá Ali Khamenei, y la Guardia Revolucionaria, en unas elecciones con el menor índice de participación desde que se estableciera el régimen autocrático islámico en Irán en 1979, el país se hunde en la crisis económica que difícilmente cambiará en 2022.

Por ahora la única salida viable de la crisis está relacionada con el levantamiento de las sanciones económicas a las que está sometido Irán por su negativa a cooperar en la transparencia sobre su enriquecimiento de uranio y la consecuente amenaza que siente el mundo, y particularmente Israel, de que la nación logre armas atómicas. El alivio de las sanciones está unido a su vez a las conversaciones sobre el pacto nuclear en Viena, donde se revisan sanciones y exigencias a Irán, que están estancadas principalmente por el ayatolá Jamenei.

El descontento popular visto en Irán a lo largo de 2021 y las huelgas pueden resurgir en 2022, y el riesgo que corre el líder supremo es grave, puesto que su pueblo indica cada vez con voz más alta que el Gobierno no tiene tiempo infinito para aliviar las dificultades por las que pasa el país.

Mientras, Irán está invirtiendo esfuerzo en intervenir en conflictos armados de la región.

Participación extranjera en los conflictos regionales

Varias guerras civiles puntean la región y una de las características principales es la participación de actores externos. Algo que no tiene pinta de que vaya a cambiar en 2022, lamentablemente. Un trágico ejemplo es Siria, donde Rusia, Turquía e Irán son protagonistas y beneficiarios del conflicto y todo apunta a que habrán de pasar años e incluso décadas hasta que Siria haga una transición hacia una nación más estable, tolerante y desmilitarizada.

Irán también parece ser parte activa en la guerra de Yemen, donde nada indica que las partes enfrentadas vayan a llegar a un acuerdo tampoco en el año entrante.

Otros países que habían llegado a una situación de relativa calma tras su guerra civil, como Líbano, corren el riesgo de volver a la confrontación interna. Lo estamos viendo desde hace meses, con la gran carestía de bienes básicos y combustible y la perenne precariedad política, porque, recordemos, tras la explosión en el puerto de Beirut en agosto de 2020 por un arsenal de nitrato de amonio precariamente almacenado de la milicia proiraní Hizbulá que mató a más de 200 personas, el malestar político y crisis económica solo se han acentuado. Y, probablemente, se intensificarán. De nuevo la participación de Irán lo señala como el elemento principal desestabilizador de la región.

Israel, su entorno y España

En Israel la temperatura política ha cambiado con el nuevo Gobierno de Naftali Bennett y Yair Lapid, tanto en el ámbito interno como en el externo, con las nuevas alianzas con varios países árabes, como Emiratos Árabes Unidos, Marruecos, Bahréin y Sudán.

Esto sugiere que 2022 verá un crecimiento en la cooperación entre estas naciones. Las colaboraciones entre los firmantes de los Acuerdos de Abraham han sido ya fructíferas en 2021, especialmente en las áreas de seguridad digital, transferencia de tecnología y defensa. Y todos los aliados esperan que esto solo vaya a más y a mejor.

Este tipo de nuevas alianzas está creando un frente común y pragmático contra los fundamentalismos que siguen atenazando la región e impidiendo el progreso. El deseo de que esta tendencia aliancista continúe en 2022 posiblemente sea más que solo una aspiración.

Sin embargo, quedan asuntos pendientes: desde que España e Israel establecieron relaciones diplomáticas en 1986, poniendo fin a la “anomalía histórica” que habían vivido ambos países, según palabras del ministro español de Asuntos Exteriores de aquella época, Francisco Fernández Ordoñez, han sucedido muchas cosas entre ambas naciones. Las positivas, de intercambio comercial y tecnológico, no suelen ser conocidas por el gran público español, y las que sí lo son, son las desavenencias políticas. Pero comienza un año nuevo, y las cosas pueden cambiar.