Países Bajos
Rutte arranca su cuarto mandato, pero será ¿un gobierno de halcones o palomas?
El nombramiento de Sigrid Kaag, una liberal de izquierdas, como nueva ministra de Finanzas se interpreta como una señal sobre el final de la ortodoxia fiscal en su versión más dura
Mark Rutte, apodado como Mr Teflón por su capacidad para permanecer impermeable a cualquier crisis, comenzará este próximo lunes su cuarto mandato como primer ministro holandés. De esta forma, tras la retirada del poder de la canciller Angela Merkel, se convertirá en el político europeo más longevo junto al primer ministro húngaro Viktor Orbán. Capaz de haber resistido a la Gran Recesión y a la pandemia desde que fue elegido por primera vez en el año 2010. Y también a unas arduas negociaciones que han durado más de nueve meses (271 días para ser más precisos), lo que ha convertido este proceso de formación de gobierno en el más largo y desesperante de la historia del país.
Curiosamente, la nueva coalición estará formada por los mismos cuatro partido de centro derecha que formaban el gobierno en la legislatura anterior: el partido liberal VVD, el progresista D66, la llamada democristiana (CDA) y la Unión Cristiana (CU). Un mandato que terminó de forma abrupta por el escándalo sobre el racismo institucionalizado sufrido por las familias de inmigrantes que recibían ayudas y que ocasionaron la dimisión en bloque del anterior ejecutivo. Han sido necesarios todos estos meses para limar asperezas y pactar un nuevo gobierno en el que Rutte ha debido ceder carteras importantes.
El nuevo Ejecutivo estará formado por 29 miembros entre ministros y secretarios de Estado y 14 de ellos serán mujeres, un número récord. En la prensa internacional, el nombre que más se destaca es el de la flamante ministra de Finanzas, Sigrid Kaag, que supone todo un vuelco respecto a su predecesor, Wopke Hoekstra, conocido por su posición de ortodoxia fiscal y azote de los países del sur de Europa.
Durante las agónicas negociaciones en julio de 2020 para poner en marcha un paquete de reconstrucción económico para hacer frente a los estragos de la pandemia, después conocido como Next Generation EU, La Haya lideró el grupo de los autodenominados frugales, partidarios de imponer el menor porcentaje posible de transferencias a fondo perdido para los países más golpeados como España e Italia y un «freno de emergencia» para bloquear del desembolso de los fondos a aquellos países que no hagan los deberes a cambio del maná europeo.
Kaag, antigua ministra de Exteriores y diplomática de carrera (habla seis idiomas, incluyendo español y árabe), es considerada una liberal de izquierdas que busca tejer las mejores relaciones posibles con Berlín y París y es partidaria de mayores mecanismos de solidaridad dentro de la zona euro. Su elección parece ser la señal definitiva de que la era de los halcones fiscales holandeses –representada en su a menudo algo faltones ministros de Finanzas- ha llegado a su fin. Como borrón en su currículum, destaca su dimisión debido a la caótica retirada de Afganistán este verano tras la espantada estadounidense.
El acuerdo de gobierno entre estas cuatro formaciones incluye aspectos como la gratuidad de las escuelas infantiles, la subida de un 7% el salario mínimo, importantes inversiones para frenar el cambio climático (con especial hincapié en reducir los niveles de contaminación por nitrógeno) y la construcción de vivienda social con alquileres asequibles. Ante la divergencia de las posiciones en asuntos sensibles como el aborto o la eutanasia, la nueva coalición de gobierno permitirá que los diputados voten en conciencia.
Este lunes Rutte jurará por cuarta vez su cargo como primer ministro en presencia del Rey Guillermo de Holanda. Puede que parte de su éxito haya sido encarnar las virtudes con las que los holandeses se sienten más identificados: austeridad, modestia, simplicidad y falta de boato. La idiosincrasia protestante en su versión más idealizada.
El primer ministro todavía en funciones nació en La Haya en 1967 y es un hombre de costumbres sencillas e invariables. Sigue viviendo en el mismo barrio de La Haya en el que se compró un apartamento tras terminar los estudios de Historia, va al trabajo en bicicleta (incluso utilizó este medio de transporte para presentar su dimisión al Rey), hace la compra él mismo, es habitual verle tomando una cerveza con sus amigos en una terraza y no se le caen los anillos en las labores domésticas.
Políticamente, Rutte es un pragmático con una gran habilidad para pactar con quién sea necesario y encontrar puntos de unión en un programa de gobierno, lo que le ha resultado de gran habilidad en un Parlamento tan fragmentado como el holandés. Sus críticos le acusan de poner más interés en mantenerse en el poder que en saber hacia dónde dirige al país y de utilizar algunos de los argumentos de las fuerzas opositoras si le resultan convenientes y movilizan el voto. Su capacidad de resucitar como el ave fénix y está más que probada. A pesar de las larguísimas negociaciones, en estos meses no ha aparecido ninguna alternativa clara para sucederle.
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