Análisis
Un mundo sin armas nucleares
Un tratado parecido al de los Convenios de Ginebra podría dar lugar a un nuevo comienzo en las conversaciones de desarme que tanto se necesitan en estos tiempos
La semana pasada viajé en once zonas horarias desde Nueva Inglaterra hasta Asia Central para participar en uno de los foros intelectuales más selectos de la región, el Astana Club. Este año se celebró con motivo del 30 aniversario de la independencia de Kazajistán y casi coincidió con el anuncio de que el primer presidente kazajo, Nursultan Nazarbayev, renunciaba a la presidencia del partido gubernamental, Nur Otan -fundado por iniciativa suya en 1999- y designaba como su sucesor al presidente del Senado, Kassym-Jomart Tokayev, un experimentado diplomático y ex Secretario General Adjunto de las Naciones Unidas.
Lo que realmente me impresionó en esta conferencia de tres días de duración -y que se celebró a puerta cerrada- fueron temas que no se han discutido en ningún otro lugar en varias décadas. Para empezar, el lugar me hizo recordar mis años universitarios cuando el presidente soviético Mijaíl Gorbachov inició el desarme nuclear global (sin olvidar que Nazarbayev, una vez de que Kazajstán obtuvo la independencia, cerró una de las instalaciones nucleares más siniestras del mundo, el sitio de pruebas Semipalatinsk, y devolvió todos los dispositivos nucleares a Rusia), o la época del “botón de reinicio” que el expresidente estadounidense Barack Obama propuso en su compromiso de buscar la paz y la seguridad de un mundo sin armas nucleares.
Sin embargo, aunque las cosas tomaron un rumbo diferente al que esperaba Obama, y el nuevo tratado START de 2010 con Rusia no lograron impedir la carrera armamentista actual, los esfuerzos de Nazarbayev no cesaron en todos estos años y tuvieron como resultado la creación de la Alianza Global de Líderes para garantizar la seguridad nuclear y un mundo libre de armas nucleares en 2019, y en la convocatoria más reciente por un Foro Global sobre no proliferación nuclear y desarme que se espera que tenga lugar en Nur-Sultán en 2022 o 2023. Yo diría que dicho evento podría ser muy provechoso, pues en 2025 el planeta celebrará el centenario de los Convenios de Ginebra, que superó con éxito el uso de armas químicas que fueron tan letales durante la Primera Guerra Mundial y no se han utilizado tanto desde entonces.
Un mundo sin armas nucleares puede ser un reto a muy largo plazo, pero un tratado parecido al de los Convenios de Ginebra, que prohíbe el uso de armas nucleares, además de su desarrollo y posesión, podría dar lugar a un nuevo comienzo en las conversaciones de desarme que tanto se necesitan en estos días, ya que está previsto que el gasto militar mundial supere los dos billones de dólares por primera vez en 2021.
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