Primera crisis política

Pedro Castillo se avoca a un choque de trenes con el Congreso peruano

Nombra a su segundo ministro de Exteriores sin cumplir un mes como presidente

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El panorama político para el nuevo presidente peruano, Pedro Castillo, es retador. No ha cumplido un mes en el palacio de gobierno y ya en la nación andina se habla de crisis política. De hecho, es el mandatario que ha comenzado su gestión con la aprobación más baja de las últimas dos décadas, según un estudio de la encuestadora Ipsos, con solo 38% que es casi la mitad que algunos de sus predecesores. En las estructuras de poder peruanas tampoco hay paz. Este viernes, Castillo anunció que su nuevo Canciller es Óscar Maúrtua, quien antes fue embajador en Ecuador, Tailandia, Vietnam, Laos, Bolivia y Canadá. Pero el nombramiento debe esperar la aprobación del Congreso, en una sesión prevista para la semana que va a comenzar en la que los diputados deberán dar el visto bueno al gabinete del izquierdista. De hecho Castillo ha pedido al Legislativo detener lo que calificó como enfrentamientos con el Ejecutivo. «No podemos seguir sacándonos los ojos (peleándonos) mientras el pueblo está en la punta del cerro sin agua, no podemos hacer eso mientras la gente está muriéndose en los hospitales, mientras la clase obrera necesita empleo, necesita trabajo», dijo el mandatario en un acto público en Lima, al capital. En el Congreso, bancadas opositoras alistan pedidos de interpelación (interrogatorio) o censura (destitución) contra algunos ministros, algo que iban a hacer con el ahora excanciller Héctor Béjar, quien renunció el 17 de agosto tras ser cuestionado por unas declaraciones en las que responsabilizaba a la Marina de Guerra de la aparición, en 1980, de la organización terrorista Sendero Luminoso.

Bejar había denunciado que la oposición en el Congreso peruano busca fabricar la imagen de que el Gobierno izquierdista recién inaugurado es muy frágil y que su salida se debió a una conspiración de la ultraderecha. En una entrevista el jueves insistió en que «en La Marina hay grupos de ultraderecha que no han sido parte de la institucionalidad», aunque reiteró que «la Marina se sintió ofendida por mis declaraciones y publicó un comunicado exigiendo que me retractase y pidiera disculpas, cosa que hice», detalló en Telesur. Añadió el veterano político, simpatizante de dictaduras latinoamericanas, que sus declaraciones no enlodan la imagen del Ejército ni de la Marina de Guerra peruana.

En cualquier caso, el 26 de agosto el Gabinete Ministerial que incluye solo dos mujeres deberá acudir al Congreso para recibir del Pleno su voto de confianza y ratificación en el cargo. En caso de no recibir el voto de la mayoría de los parlamentarios, se genera una crisis en el gabinete y se procede a aceptar la renuncia de todos los ministros, luego de lo cual Pedro Castillo deberá reconfigurar su equipo.

«Le dijimos a la presidenta del Congreso (María del Carmen Alva) que antes de buscar la confianza entre el Ejecutivo y el Legislativo, tenemos que bajar al pueblo para que el pueblo confíe en sus autoridades, en sus instituciones, en las instituciones del Estado», afirmó el jefe de Estado al respecto.

Las miradas estarán puestas en quien ha sido nombrado primer ministro, Guido Bellido. El ingeniero de 41 años forma parte del sector más ortodoxo del partido de izquierda Perú Libre y está investigado por la Fiscalía peruana por un video en el que le definir como «terroristas» a los integrantes de Sendero Luminoso. Esta semana Bellido pidió al Legislativo actuar «con ponderación» pero «en pleno ejercicio de sus facultades como legisladores». El ministro de Salud, Hernando Cevallos, llamó a los diputados a «no utilizar los espacios de poder para golpear a todo lo que no le parece o lo que no esté de acuerdo». Entretanto, el ministro de Justicia ha dicho que el Congreso busca pretextos para no otorgar confianza a la gestión de Guido Bellido, y abocar una crisis con el presidente Pedro Castillo. En algunos cirulos de la política latinoamericana se ha empezado a apodar al presidente peruano como el «Breve»por su dificultad de gobernar con un Parlamento hostil a su agenda radical.