El futuro del régimen
Raúl Castro vuelve a primera línea de fuego tras las históricas protestas en Cuba
El general cubano participara en la reunión del comité central del Partido Comunista para analizar la crisis que amenaza al régimen
Raúl Castroabandonó el único cargo político que le quedaba, el de primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC), el pasado mes de abril, durante la reunión del VIII Congreso del PCC. Estaba a punto de cumplir 90 años y previamente había abandonado la presidencia de la República en favor de un desconocido Miguel Díaz-Canel, un dirigente civil, más joven, que no formaba parte de la llamada generación histórica cubana, aquella que participó en la revolución a finales de la década de los cincuenta.
El hermano de Fidel Castro había pasado a un segundo plano dejando un sistema atado. O eso se creía él. El estallido de protestas este domingo en la localidad de San Antonio de los Baños, al oeste de La Habana, protagonizadas por cientos de cubanos hartos de los cortes de luz durante el calor de julio, sorprendió a los líderes del Gobierno, incluido Raúl, que se vio obligado a salir de su retiro para participar el domingo en una reunión del comité central del Partido Comunista, máximo órgano de poder en la isla.
Presidida por el primer secretario del comité central y presidente de la república, Díaz-Canel, en dicha reunión estuvo en primera línea “el general del Ejército” Raúl Castro para analizar ”las provocaciones orquestadas por elementos contrarrevolucionarios, organizados y financiados desde Estados Unidos con propósitos desestabilizadores”.
El diario oficial del Gobierno cubano, el Gramma, informó que durante la sesión de domingo los integrantes del máximo órgano del Partido Comunista “abordaron la ejemplar respuesta del pueblo al llamado del compañero Díaz-Canel a defender la Revolución en las calles, lo que permitió derrotar las acciones subversivas”
Los analistas insisten estos días en la falta de carisma y visibilidad del presidente Díaz-Canel frente a la solidez y veteranía demostradas en el pasado por Fidel Castro, quien en 1994 se plantó en el Malecón de la La Habana para frenar las protestas de cientos de cubanos. Como señala a LA RAZÓN el profesor cubano Pío Serrano, Fidel pudo contrarrestar el “maleconazo” gracias a “su poderosa impronta y un adiestrado cuerpo represor”. Hoy, en cambio, “no hay figura alguna con el peso histórico y la representación de los hermanos Castro. Me temo que hoy, el miedo ha cruzado la acera y quienes ostentan el poder comienzan a sentir el escozor de un temor que los Castro no conocieron y que, en su pánico, serán capaces de desatar una sangrienta represión”.
Hasta ahora resulta una incógnita la deriva que seguirá el régimen para sobreponerse a esta crisis. ¿Volverá Raúl Castro a tomar las riendas del PCC desde la sombra? ¿Caerá Díaz-Canel víctima de su debilidad? Serrano asegura que “en su aturdimiento, podrían llegar a derramar sangre inocente” y añade que en el sistema político de Cuba “no hay ‘cabezas’ de reemplazo”. Su pronóstico es que “a estas alturas, ni siquiera una salida espectacular del retiro de Raúl podría aplacar el desencanto total que se ha desatado en toda la isla”.
En realidad, Raúl Castro nunca se ha terminado de marchar. Sus palabras en las que hablaba de mantener “un pie en el estribo” mostraban que seguiría siendo un actor importante desde la sombra del poder. Pese a su retiro, todavía tenía voz y voto en las “decisiones estratégicas del país”.
Raúl llegó al poder de forma interina en 2006 por la enfermedad de su hermano Fidel y de forma oficial en 2008. Durante su época como jefe de Estado, Raúl gestionó el deshielo con Estados Unidos durante la presidencia de Obama, levantó la mano a los cuentapropistas (emprendedores cubanos), permitió la implantación limitada de internet en la isla y avanzó tímidas reformas económicas para permitir la llegada de inversión extranjera. En realidad, los ajustes fueron mínimos, dicen los analistas, precisamente para evitar un posible y repentino derrumbe del régimen.
Mientras tanto, el régimen sigue echando balones fuera, aplicando una política de detenciones contra los manifestantes. El ministro de Exteriores, Bruno Rodríguez, ha negado este martes que las protestas en Cuba fueran un “estallido social” y ha asegurado que fueron “desorden, vandalismo, violencia” así como ha acusado al Gobierno de EEUU de estar implicado en las protestas. Asimismo, acusó al Gobierno de Estados Unidos de financiar esos disturbios: “Advierto al Gobierno de EEUU que su conducta irresponsable puede tener consecuencias graves que dañen el interés de ambos países”.
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