Crisis en Italia

Conte dimite hoy para crear un nuevo Gobierno

El primer ministro italiano presentará su dimisión al presidente Mattarella. Pretende negociar una nueva mayoría, que incluiría otra vez a Matteo Renzi

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La cuerda a la que se amarraba Giuseppe Conte parece desgastarse por completo. Desde que la semana pasada consiguió sacar adelante una moción de confianza en el Senado que le otorgaba la posibilidad de gobernar en minoría, el primer ministro italiano lleva intentando formar un grupo político con tránsfugas de otros partidos que apuntalen al Ejecutivo.

La política italiana tiene un largo historial en estas artes ocultas. En esta ocasión, incluso, el llamamiento a cambiar de chaqueta se ha producido de forma pública y a plena luz del día. Pero la operación no ha fructificado. Faltan diputados y senadores que den un paso al frente, de modo que Conte se ve obligado otra vez a tomar la iniciativa. Ayer los medios italianos daban por hecho que presentaría su dimisión ante el presidente de la República, Sergio Mattarella, a quien le pediría de nuevo el encargo de formar Gobierno. Durante toda la tarde se especuló con una reunión inminente, aunque anoche se informó de que finalmente se produciría hoy. Conte se reunirá con Mattarella para anunciarle su voluntad de dimitir.

La estrategia es un movimiento más en la partida de ajedrez a la que se juega desde hace semanas en Italia. La razón está en que entre el miércoles y el jueves se debe votar en el Senado un balance de sobre el estado de la Justicia para el que no existe consenso. Un voto contrario pondría contra las cuerdas al ministro titular del ramo, Alfonso Bonafede, del Movimiento 5 Estrellas (M5E), que fue quien descubrió a Conte y lo aupó a la Presidencia. Por tanto, Bonafede es el pretexto, pero el objetivo es el primer ministro. Italia Viva, el partido de Matteo Renzi, ya ha anunciado que votará en contra de esta resolución, por lo que no hay manera de cuadrar las cuentas en ausencia también de ese grupo de tránsfugas.

La formación de Renzi salió hace una semana del Gobierno, pero se abstuvo en la moción de confianza sobre Conte, de modo que podría descabalgar al Ejecutivo en cualquier momento. Renzi ha comprobado que Conte no tiene los senadores necesarios para sustituirlo y ha retomado la cacería.

Y de ahí se explica el contraataque del primer ministro. La única forma de no perder la confianza del Parlamento y tener que presentarse ante Mattarellacomo un perdedor es anticipándose. Es decir, que se sentaría frente al jefe de Estado y le propondría encabezar un nuevo Gobierno apelando a un gabinete de concentración. No es tanto un equipo integrado por todos los partidos, sino una nueva llamada transversal y desesperada. Su intención sería que, comenzando de cero, sí acudiesen al toque de corneta los senadores centristas a los que apela, representantes de la derecha moderada o incluso del propio partido de Renzi, con el que se está intentando volver a tender puentes.

Sin embargo, la estrategia, que Conte había descartado hasta que no ha tenido más remedio, entraña varios riesgos. El primer ministro ofrecerá cargos a sus nuevos aliados, que además podrían verse tentados ante el riesgo de perder su asiento en unas hipotéticas elecciones, pero si no ha logrado convencerlos hasta ahora tampoco hay ninguna certeza de hacerlo en este momento. Y lo más preocupante, tras la dimisión se abre un vacío de poder en el que Conte pierde el mando y pueden surgir otros nombres para presidir el Gobierno.

Esa podría ser la condición de Renzi para dar su apoyo, que llegue otro primer ministro. Hasta el momento los socialdemócratas del Partido Democrático (PD) y el M5E han mostrado su apoyo a Conte, pero si hay que sacrificarlo para mantener en pie la coalición y evitar las urnas, tampoco se puede descartar nada.

La política italiana es en estos momentos una guerra de trincheras, en la que todos combaten contra todos y un amigo hoy puede convertirse en enemigo mañana. O viceversa. Silvio Berlusconi, líder de Forza Italia, cuyos senadores también podrían ser decisivos para que el Gobierno siga en pie, también es lo suficientemente ambiguo: “La vía maestra pasa por un nuevo Gobierno que represente la unidad del país en un momento de emergencia o se devuelve la palabra a los italianos”.

La duda está en si ese Ejecutivo podría estar encabezado o no por Conte. La última de las opciones serían elecciones anticipadas, pero el fantasma parece más un mecanismo de presión que un escenario real, ya que a nadie en el Gobierno le interesa esa posibilidad.