Brexit
Los últimos tramos antes de llegar a la cima siempre suelen ser los más difíciles y un aficionado a la montaña como Michel Barnier lo sabe. El negociador jefe de los Veintisiete se desplaza hoy a Londres para reunirse en persona con su homólogo británico, David Frost, para dar el último empujón a las negociaciones del Brexit.
El tiempo apremia ya que el próximo 1 de enero, si no hay acuerdo, se sucederá un Brexit caótico a ambos lados del canal de la Mancha. Esto supondrá la vuelta de las tarifas arancelarias y que el intercambio de bienes estará sujeto a las normas de la Organización Mundial del Comercio. Y éste es el único ultimátum hasta la fecha que sabemos con seguridad que no precederá a otro ultimátum.
Según asegura el periódico británico The Guardian, Barnier aseguró a Frost el pasado martes que las negociaciones entrarán en punto crítico si Reino Unido no muestra intenciones de avanzar este fin de semana. Nuevo ultimátum de 48 horas. Parece que se acerca la hora de la verdad.
En las últimas semanas se han sucedido diversos acontecimientos que, de una forma u otra, han hecho prever diferentes resultados. Dentro de los signos esperanzadores, la victoria de Joe Biden al otro lado del Atlántico que hace presagiar mayor voluntad por parte británica para llegar a un acuerdo y la salida de Downing Street de Dominic Cummings, el Rasputín de Boris Johnson responsable en gran medida de que triunfase el “sí” al divorcio británico en el referéndum de 2016.
En el revés de la moneda, un caso de coronavirus en el equipo de Barnier que ha obligado a éste a guardar cuarentena (que terminó ayer por la noche) y ha retrasado los contactos físicos al máximo nivel político dentro de los equipos negociadores. Unas circunstancias que ha obstaculizado cualquier acuerdo, ante la dificultad de negociar cesiones de última hora sin poder mirar cara a cara al adversario y saber o , al menos intuir, hasta dónde se puede estirar la cuerda. En los últimos días se han sucedido diferentes rumores sobre un pacto inminente, hasta el punto de que el primer ministro irlandés incluso llegó a declarar que esperaba la fumata blanca para este pasado lunes.
Los escollos
Pero a pesar de que se han producido avances, los tres puntos de discordia – acceso a las aguas pesqueras, gobernanza sobre el acuerdo y competencia justa- siguen abiertos. Se acaricia el pacto, pero también existe el peligro de que todo pueda saltar por los aires.
“Estos son días decisivos para nuestras negociaciones con el Reino Unido pero francamente a día de hoy no puedo asegurar que al final habrá un acuerdo”, reconoció este pasado miércoles la presidenta del ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, ante el hemiciclo europeo.
“Con el poco tiempo que nos queda haremos todo lo que esté en nuestro poder para llegar a un acuerdo. Estamos listos para ser creativos, pero no para poner en cuestión la integridad del mercado único, la principal salvaguarda de la riqueza y la prosperidad de Europa”, añadió la política alemana.
Precisamente una de las grandes preguntas es cuánto tiempo queda realmente para negociar desde el punto de vista técnico, teniendo en cuenta que el último ultimátum expiró a principios de este mes y nadie pareció darle demasiada importancia. Las instituciones europeas habían repetido una y otra vez la necesidad de llegar a un pacto a tiempo para culminar el proceso de ratificación a ambos lados del Canal de la Mancha, ante la posibilidad de un eventual Brexit caótico por accidente.
Largo proceso de ratificación
En los últimos días se suceden diferentes hipótesis para reducir los plazos de este proceso, teniendo en cuenta que la ratificación en el lado europeo resulta, al menos a priori, más compleja que la británica. Se abre la posibilidad de que el acuerdo pueda recibir la bendición de todas las cancillerías aunque no se encuentre traducido en las 23 lenguas oficiales europeas ante la falta de tiempo. En ese caso, las capitales acabarían conformándose con escudriñar el texto escrito tan sólo en inglés, aunque algunos sostienen que esto podría acarrear problemas legales. Además, también se estudia la posibilidad de una convocatoria extraordinaria de una sesión del Parlamento Europeo a finales de diciembre o posponer esto último a principios del nuevo año, tras haber acordado una entrada en vigor provisional del acuerdo.
Tampoco está todavía claro si este pacto internacional incluirá aspectos que afecten a la soberanía nacional de los Estados. Esto obligaría a calificarlo como mixto, lo que exigiría la ratificación nacional. Algunos países no sólo deberían recibir la luz verde de su Parlamento sino también incluso la bendición de sus cámaras regionales. Ante esta posibilidad, se abre también la hipótesis de que tan sólo entren en vigor de manera provisional los aspectos principales del pacto.
Mientras se incrementan las posibilidades de un Brexit caótico el próximo día 1 de enero, algunos países han expresado su preocupación al ejecutivo comunitario. En la videoconferencia de los líderes europeos la semana pasada, Francia, Holanda y Bélgica pidieron a la Comisión Europea que preparase un nuevo plan de contingencia. De momento, Bruselas se ha resistido a publicar un nuevo documento y asegura que los daños serían mucho menores que de haber ocurrido un Brexit a las bravas el pasado 31 de enero.