Brexit

El Brexit entra en cuarentena

La negociación para la salida de Reino Unido de la UE se suspende mientras corre el reloj hacia el plazo límite del 31 de diciembre.

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El contagio implacable del coronavirus afecta a todo y a todos. También al Brexit y a su negociador europeo, Michel Barnier, quien este jueves reveló que ha dado positivo en un test sobre la epidemia. Un suceso desestabilizador más en unas negociaciones al ralentí, ya que el virus ya había impedido que las dos delegaciones se reunieran esta semana de manera en Londres como esta previsto, y se estaban explorando fórmulas para avanzar de manera telemática. Unas difíciles circunstancias que pueden ser la puntilla para la consecución de Brexit caótico el próximo 31 de diciembre –debido a lo apretado de los plazos y la disparidad de las posiciones– si Downing Street no cambia de postura, ya que hasta el momento se ha negado a acordar una prórroga antes del 1 de julio (de uno o dos años) tal y como permiten las condiciones del periodo transitorio.

Barnier, de 69 años, anunció ayer su enfermedad a través de Twitter en un vídeo grabado desde su casa. «Estoy tan bien como puedo estar, confinado estrictamente en mi domicilio», aseguró el político francés, quien ya lideró con éxito las negociaciones para el divorcio. «Para todos los afectados y todos los que permanecen en cuarentena, superaremos esto juntos», deseó. La presidenta de la Comisión, Úrsula von der Leyen, ha decidido someterse también a una prueba, aunque se reunió con Barnier hace ya dos semanas y éste no presentaba síntomas.

Tanto los Veintisiete como Reino Unido se enfrentan a una crisis de consecuencias inciertas y potencialmente devastadoras y con poco tiempo para dedicar a las negociaciones sobre su relación futura, que han pasado a segundo plano. Mientras, la Unión Europea se ha visto desbordada por las circunstancias y el liderazgo del ejecutivo comunitario se encuentra seriamente en entredicho.

Por su parte, Londres insiste en descartar la posibilidad de alargar la transición y en cada uno de los comunicados oficiales repite que abandonará el bloque a final de este año. «Hay una ley que especifica que salimos el 31 de diciembre», señaló el «premier» Boris Johnson el miércoles. Cierto es que Westminster aprobó una normativa para evitar cualquier ampliación de plazos en cualquier circunstancia. Pero el Gobierno, que cuenta con mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes, podría enmendar el texto llegado el momento.

Y ningún Gobierno, por muy euroescéptico que sea, puede prever ahora cómo va a estar la situación en los próximos meses, por lo que los medios británicos no dejan de especular con la posibilidad de que el Brexit se aplace. Por otro lado, si Reino Unido tuviera que alargar el periodo en el que debe cumplir todas las reglas comunitarias, sin tener ya ni voz ni voto, sería una humillación para el «premier», no solo política, sino económica. Aparte de la factura de 45.000 millones de euros, Londres debe seguir contribuyendo anualmente al marco financiero de la UE. En 2018 pagó unos 11.000 millones de euros.