Nagorno Karabaj
Rusia fuerza a Armenia y Azerbaiyán a cesar las hostilidades en Nagorno Karabaj
Ereván firma un “doloroso acuerdo” con el que se retira de tres regiones del territorio en disputa
La paz llega finalmente al Cáucaso después de más de un mes de conflicto armado en la región de Nagorno Karabaj, disputada desde el fin de la Unión Soviética por Azerbaiyán y Armenia. El acuerdo firmado por ambas partes, gracias a la mediación de Rusia, es sustancialmente más beneficioso para Azerbaiyán, según palabras del primer ministro de Armenia, Nikol Pashinyan, que anunciaba ayer en su cuenta de Facebook de manera inesperada la materialización de un pacto que pone fin al último episodio bélico en una de las regiones más calientes del planeta.
«El texto de la declaración es muy doloroso, personalmente para mí y para nuestro pueblo. Tomé esta decisión tras un profundo análisis de la situación militar y una valoración de las personas que tienen un mayor dominio de la situación", comunicaba Pashinyan.
Poco después, el presidente ruso, Vladimir Putin, intervenía en el primer canal de la televisión de su país para confirmar la noticia comunicando algunos de los puntos del acuerdo, como un alto el fuego total desde el día de ayer, la vuelta de los desplazados y refugiados, el intercambio de prisioneros y el fin del bloqueo entre las zonas reanudando las conexiones y transportes.
Asimismo, el presidente ruso anunció el despliegue «de un contingente de mantenimiento de la paz de la Federación de Rusia que está desplegado a lo largo de la línea de contacto en Nagorno Karabaj y a lo largo del corredor que conecta a Nagorno Karabaj con la República de Armenia».
La vigilancia por parte rusa implicará la movilización de casi 2.000 efectivos y un amplio despliegue de equipos de defensa para garantizar, por un lado, que ambas partes cumplan lo acordado y, por otro y más importante para Moscú, reforzar su presencia militar en la zona y prolongar su hegemonía en el Cáucaso.
Armenia es un socio preferente del Kremlin, vinculado a un acuerdo de defensa con Rusia y Azerbaiyán siempre ha mantenido buenos lazos con Moscú, suavizando las relaciones entre Turquía y Rusia.
Bajo vigilancia rusa
La observación rusa se prolongará durante los próximos cinco años, prorrogables en períodos de la misma duración, a no ser que alguna de las partes implicadas comunique lo contrario, con una antelación de seis meses, estableciendo Stepanakert como su base principal en la zona.
A pesar del acuerdo militar entre Armenia y Rusia, el Kremlin no ha llegado a intervenir, incluso después de que las fuerzas azerbaiyanas derribaran un helicóptero ruso en territorio armenio que le costó la vida a dos de sus tres ocupantes. Las disculpas por parte de Bakú llegaron justificando el hecho como un accidente y Moscú aprovechó lo ocurrido para entrar en escena e intentar parar la escalada de violencia que se inició a finales de septiembre.
Por su parte, el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliev, declaró en un discurso televisado que Turquía también participaría como parte de las fuerzas de paz en la zona del conflicto, algo que no fue confirmado ni desmentido por Rusia. Aunque la intervención turca a lo largo de las hostilidades de las últimas semanas sí ha sido evidente con ayuda económica al régimen de Bakú y el envío de Fuerzas Armadas no oficiales.
El Kremlin publicó ayer el acuerdo alcanzado, que se articula en nueve puntos. Uno de ellos establece que el distrito de Agdam deberá ser devuelto a Azerbaiyán antes del 20 de noviembre, además Armenia devolverá a Azerbaiyán la región de Kalbajar antes del 15 de noviembre y la región de Lachín, puntos que han supuesto un mazazo para Armenia, que, de haber continuado en el conflicto, se podía haber arriesgado a perder todos los territorios en liza ante la aplastante superioridad de las Fuerzas Armadas azeríes.
El cese de hostilidades llega cuando las fuerzas de Azerbaiyán se encontraban muy adelantadas en su avance, pudiendo hacerse con casi todo el control del Alto Karabaj y contando con la inestimable ayuda de sus vecinos turcos. Estos avances del Ejército azerí serán reconocidos en el documento del cese de los enfrentamientos, lo que ha provocado una sensación general de derrota y traición al pueblo armenio por parte de las autoridades del país, señalando a su primer ministro, Nikol Pashinian, como principal culpable de la situación.
Cientos de personas tomaron durante el día de ayer la sede del Gobierno y el Parlamento en la capital del país, Ereván, con gritos de «traidor» al jefe del Ejecutivo y exigiendo que el primer ministro se reuniera con ellos.
El presidente de la Asamblea, Ararat Mirzoián, fue también víctima de las protestas al ser sacado violentamente de su coche oficial, zarandeado y golpeado por varios manifestantes, hasta tal punto que tuvo que ser ingresado en un hospital, aunque ninguna de ellas reviste gravedad, ni se teme por su vida.
Estas protestas han continuado a lo largo del día y se han prolongado durante toda la noche y pueden provocar una crisis política sin precedentes, ya que los manifestantes exigen la dimisión del primer ministro, en el cargo desde el año 2018. Si el Gobierno armenio cayese en estas condiciones, la estabilidad alcanzada en el país podría tambalearse, cosa que no interesa en Moscú, que respira aliviado después de haber sofocado el enésimo fuego en una zona abonada a la guerra desde el fin de la URSS en 1991.
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