Bielorrusia
Acorralado por las protestas, Lukashenko pide auxilio a Putin
El presidente ruso garantiza al «último dictador de Europa» que protegerá la seguridad de Bielorrusia
El presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, cada vez más solo, pidió ayer auxilio al presidente ruso, Vladimir Putin, ante la marea popular que amenaza con acabar su régimen cuasidictatorial que dura ya más de un cuarto de siglo.
«Hay que contactar con Putin, el presidente de Rusia, para que yo pueda hablar con él ahora. Porque ya no se trata de una amenaza solo a Bielorrusia», dijo Lukashenko, citado por la agencia oficial bielorrusa Belta, en una reunión con altos cargos del Gobierno.
El mandatario se refería a las protestas populares que sacuden a la antigua república soviética desde el domingo pasado, tras la difusión de los resultados electorales gubernamentales que le dio más del 80% de los votos en las elecciones presidenciales.
«Quiero decir que defender hoy a Bielorrusia no es menos que defender todo nuestro espacio, la Unión Estatal (formada por Rusia y Bielorrusia). Si los bielorrusos no resisten, la ola llegará hasta allá (Rusia)», advirtió. Poco después, medios bielorrusos informaron de que Lukashenko y Putin mantuvieron una conversación en la que abordaron «la situación en torno a Bielorrusia».
"Acordamos que, de solicitarlo, (Rusia) brindará ayuda para garantizar la seguridad de la República de Bielorrusia", ha manifestado Lukashenko en declaraciones recogidas por la agencia oficial de noticias bielorrusa BelTA.
Mientras tanto, el ministerio del Interior de Rusia ha puesto en su base de datos en situación de busca y captura al antiguo aspirante a la presidencia bielorrusa, opositor Valeri Tsepkalo, si bien la campaña del ex candidato ha asegurado no tener conocimiento de esta orden.
El Kremlin fue un poco más explícito y comunicó que las partes «se mostraron seguras de que habrá un pronto arreglo de todos los problemas» en Bielorrusia. «Lo importante es que estos problemas no sean aprovechados por las fuerzas destructivas que intentan dañar la cooperación mutuamente beneficiosa entre los dos países», añadió el Kremlin.
Mientras, miles de bielorrusos se congregaron en la plaza Pushkin de Minsk para honrar la memoria de Alexander Taraikovski, el primer manifestante muerto. El ministerio del Interior bielorruso informó de que Taraikovski murió a consecuencia de la explosión de un artefacto que se disponía a lanzar contra los efectivos antidisturbios, pero más tarde la autopsia reveló que falleció a causa de una herida en el pecho.
Mítines y manifestaciones de solidaridad tuvieron lugar en numerosas localidades bielorrusas, sin que se haya informado de cargas policiales en la séptima jornada de protestas. Las movilizaciones populares contra el régimen han adquirido carácter transversal: en ellas participan no solo estudiantes y opositores liberales, sino también obreros y habitantes de pequeñas ciudades, considerados hasta ahora los principales apoyos de Lukashenko. La brutalidad de la represión policial en los primeros días de las protestas lejos de desanimar a los manifestantes ha ampliado sus filas y reforzado su determinación de proseguir las protestas, que hoy tendrán como eje central una gran marcha en Minsk.
Al menos dos muertos, casi tres centenares de heridos, y cerca de 7.000 detenidos es hasta ahora el balance que ha dejado la represión policial en Bielorrusia.
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