Israel
El fin de la solución de los dos Estados
La paz está hoy más lejos. El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, quiere llevar a cabo un plan para la anexión al Estado de Israel de buena parte del territorio de Cisjordania. Este anuncio pone la losa al proceso de paz que se inició en Madrid en noviembre de 1991.
El nuevo Gobierno de unidad nacional ha encontrado una oportunidad para ampliar sus fronteras, aprovechando la coyuntura internacional marcada por el virus, anexionándose tierra ocupada y colonizada ilegalmente sabiendo que no encontraría resistencia internacional por parte de gobiernos ocupados en dar una respuesta a la pandemia.
Después de un año de bloqueo político en el que se tuvieron que repetir tres veces las elecciones, Netanyahu, candidato del conservador Likud, llegó a un acuerdo para formar un Gobierno de unidad nacional con su contrincante y candidato del partido Azul y Blanco, Benny Gantz. Netanyahu se aseguró así otros 18 meses como primer ministro antes de pasar el bastón mando a Gantz. En estos 18 meses, Netanyahu tendrá que responder ante su base electoral más dura, que defiende la expansión del Estado israelí con la construcción de asentamientos en tierra palestina. Estas posiciones son cada vez más criticadas dentro de Israel y movimientos anti-asentamientos buscan revertir una política que imposibilita la conocida solución de dos Estados. Incluso sus socios en el gobierno buscan parar lo que ven como el mayor riesgo a un futuro de paz.
Este acuerdo de gobierno viene marcado por el escándalo. Esta semana ha comenzado el juicio contra el primer ministro por corrupción, sin embargo, escudándose en su puesto, Netanyahu busca evitar las penas penales que podrían caerle. Con el beneplácito de la oposición, tornada en aliado de gobierno, Netanyahu burla así al poder judicial, asegurándose un último mandato al frente de Israel.
Mientras que la Autoridad Palestina es incapaz de conseguir el apoyo de los propios palestinos, Israel explota su máxima debilidad. Mientras el 30% de la tierra de palestina pasa a formar parte del Estado israelí, incluyendo más de la mitad del área cultivable y del valle del Jordán, las posibilidades de crear un Estado palestino viable se esfuman.
Las reacciones en la volátil región no se han hecho esperar. El rey Abdallah II de Jordania ha advertido de una escalada peligrosa del conflicto. Sin embargo, la posibilidad de que se produzca una respuesta por parte de los países árabes vecinos es prácticamente nula.
Netanyahu durante la última campaña electoral señaló que las condiciones para la anexión no se darían de nuevo en otros 50 años, y es que la posición palestina no podría ser más frágil. Su Gobierno está dividido entre los extremistas de Hamas en Gaza y los seculares de Fatah en Cisjordania. Las relaciones entre Egipto e Israel nunca han sido mejores, y colaboran en operaciones de seguridad en el Sinaí contra elementos islamistas.
Irak y Siria están saliendo de larguísimas contiendas civiles. Líbano vive una de sus peores crisis económicas, y Hizbullah no pasa por sus mejores momentos habiendo perdido acceso a sendas fuentes de financiación y teniendo que justificar ante los libaneses su papel en el desgobierno que les ha llevado a la ruina. Arabia Saudí se ha convertido en un aliado de Israel, por su enfrentamiento con Irán. Finalmente, este último, sin duda el enemigo más peligroso de Israel, no tiene la capacidad de actuación hoy que tenía hace un año, ya que ha perdido posiciones clave en Siria e Irak, y vive en estos momentos un periodo de desaceleración económica importante.
Estados Unidos ya dio el visto bueno a los planes de Netanyahu. En su famoso “acuerdo del siglo”Jared Kushner, yerno de Trump, y persona a cargo dentro del gobierno Trump del proceso de paz, ya planteaba esta posibilidad. Europa sigue ausente, y aunque algunos líderes europeos han exigido a Israel que no siga adelante con estos planes, la realidad es que sus palabras no tendrán mayor consecuencia.
Así pues, nos encontramos ante una expansión del Estado israelí que dinamita toda posibilidad de encontrar una solución pacífica de dos Estados. Mientras Israel siga creciendo, anexionándose territorio, se encontrará con un problema mayor, y es que este territorio no está vacío.
Israel está pues ante una encrucijada paradójica. Al seguir creciendo y expandiéndose tendrá que elegir entre la creación de un Estado palestino o absorber a los más de 5 millones de habitantes de Palestina. Hoy en día hay en Israel 1.9 millones de árabes que son ciudadanos israelíes. Estos tienen un peso cada vez más importante dentro de la política israelí por su más alta natalidad. Añadiendo a los habitantes de Gaza y Cisjordania a su población, Israel tendría que encontrar una forma de integrar a quienes serían árabe-israelíes y que pasarían a ser más del 54% de la población.
*Es profesor de Relaciones Internacionales
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