Siria
Bachar al Asad le corta las alas a su primo “díscolo”
Guerra en la familia Asad. El régimen sirio incauta los bienes del polémico magnate Rami Majluf después de sus quejas
La relativa calma en Siria, que podría permitir un avance en las negociaciones de paz entre facciones enfrentadas, sin embargo, no da tregua al círculo de poder de la familia Al Asad. El Gobierno sirio ha amenazado con absorber la compañía de telecomunicaciones Syriatel, propiedad de Rami Majluf, primo del presidente Bachar al Asad. El que ha sido uno de los hombres más ricos y poderosos de Siria se enfrenta ahora a una “conspiración” de palacio por el impago de las millonarias tasas que ha ido evadiendo año tras año, pero ahora el fisco le ha apretado las tuercas a Majluf.
La Autoridad de Telecomunicaciones de Siria acusó a Syriatel de no haber pagado una serie de deudas que mantiene con el Tesoro “a pesar de la flexibilidad mostrada por el Gobierno”, después de que “hayan pasado dos semanas desde que expiró la fecha límite", según publicó ayer el diario progubernamental “Al Baaz”.
Así, el Ministerio de Telecomunicaciones denunció al primo de Asad de "practicar el engaño para evadir el pago de las deudas de su compañía”. Majluf imploró al presidente una prórroga para poder cumplir con el pago de sus deudas y desde entonces está metido en un embrollo de acusaciones mutuas con las autoridades que le han puesto en un verdadero aprieto.
Este domingo, el magnate sirio declaró que Syriatel estaba dispuesta a pagar este dinero para apoyar al Estado, pero negó que se tratara de impuestos. “Este dinero ha sido exigido de forma injusta”, aseguró en la última grabación de una saga de vídeos publicados en las redes sociales, criticando a las autoridades sirias.
“Catástrofe” para Siria
Majluf advirtió que el colapso de su compañía de telecomunicaciones sería “una gran catástrofe” para la economía del país, en un dramático giro de las alianzas de poder. Paradójicamente, Majluf se ha enriquecido gracias a los favoritismos por ser primo del presidente y por cobrar una comisión del 10% a todos los empresarios que querían abrir su compañía en Siria, lo que le valió el sobrenombre de “Mr. 10%”. Pero ahora el dueño de “media Siria” es acusado por el Gobierno de corrupción. Las diferencias entre miembros del círculo de Asad han sido siempre resueltas entre caballeros en casa, pero este ataque público de Majluf contra las autoridades sirias es un caso grave, que podría desencadenar la primera división interna de la comunidad alauí, -la secta minoritaria que tiene el poder- desde que Rifaat (tío de Asad), intentó tomar el poder de su hermano, el presidente Hafez en 1984.
Víctima de las argucias de las autoridades sirias el multimillonario primo de Al Asad podría perder sus lucrativos negocios, que han servido de patrimonio para pagar la guerra siria.
La caza de brujas contra el clan Majluf comenzó hace ocho meses cuando el Estado empezó a desmantelar parte de su imperio comercial, cortando sus alas en varios frentes. En septiembre fue desmantelada su milicia Al-Bustan, establecida durante la guerra para luchar junto a las tropas sirias, iraníes, Hizbulá y rusas en el campo de batalla. La milicia Al-Bustan era importante para los alauíes porque pagaban bien, un salario mensual de 350 dólares, lo que equivale a tres veces más de lo que ganaban los soldados en el Ejército sirio. Después, el estado confiscó sus acciones en SyriaTel, el gigante operador de telefonía móvil de Siria, que Majluf había establecido en 1999. En diciembre pasado, el Ministerio de Justicia disolvió el Partido Socialista Nacional de Siria (SSNP), al que el magnate sirio había servido como presidente invisible desde 2005.
Con 31 años, el joven Majluf comenzó su carrera en ascenso, siempre con el apoyo incondicional de su tía Anisa Al Asad, la viuda de Hafez, que lo tenía por su sobrino favorito. También, la fortuna y fama de Majluf comenzó a decaer con la muerte de Anisa, en 2016. Desde entonces, el magnate sintió la garra de su primo Bachar sobre el pecho. De hecho, ha sido un signo de debilidad el haber tenido que recurrir a las redes sociales para hacerse oír y contratacar al régimen.
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