Irán
El descontento de la juventud alimenta las expectativas del sector duro en las parlamentarias iraníes
Las sanciones internacionales y la corrupción hacen mella en la población. Las encuestas presagian una alta abstención
La sociedad iraní está fragmentada en dos facciones rivales: conservadores y reformistas. Sin embargo, aunque el sector moderado está creciendo, principalmente en las grandes ciudades, la actual crisis que atraviesa el país tiene un efecto negativo para el sector reformista y beneficiará a la línea dura en las elecciones parlamentarias que se celebran este viernes.
“El principal problema que tiene la sociedad iraní es que la estrucura de poder conservador y sus partidarios obligan a la otra parte a ver el mundo como ellos lo hacen y solo aceptan los valores en los que creen”, comentó a LA RAZÓN Sayed Yaffar, experto en asuntos políticos de Irán.
Muchos jóvenes iraníes han salido a las calles en los últimos meses descontentos con las políticas del Gobierno del reformista Hasan Rohani, y las fuerzas del orden ha respondido con un uso excesivo de la fuerza contra los manifestantes.
La fuerte represión contra las protestas de noviembre que, según Amnistía Internacional y fuentes extraoficiales, dejó entre 300 y 1.500 muertos y miles de detenidos, atemorizó a la población y las últimas manifestaciones tras el derribo del avión ucraniano en enero fueran menos numerosas y violentas por temor a las represalias y el gran despliegue de antidisturbios. Estas se unieron a las provocadas por la muerte del general Suleimani.
En los últimos dos años, Irán se ha enfrentado a crisis tras crisis, lo que ha dañado significativamente la legitimidad del régimen. Por ese motivo, advirtió Yaffar, una baja participación en las elecciones que se celebran este viernes “pondría seriamente en duda la legitimidad del actual sistema”.
Si bien 58 millones de iraníes están llamados a las urnas para ejercer su derecho al voto, muchos observadores dudan que el país vea la misma gran participación que ha distinguido a las elecciones precedentes, incluida la que dio al presidente Hasan Rohani un segundo mandato en 2017.
Las encuestas hablan por sí solas. Según la Agencia Iraní de Encuestas de Estudiantes (ISPA), en Teherán sólo el 21% de los encuestados dijo que votaría en esta ocasión, mientras que el 55% dijo que no confiaba en que el proceso electoral fuera justo. Además, subrayó el ISPA, el 75% de los encuestados creía que en cientos de manifestantes murieron y miles más fueron encarcelados por la represión, pese a que lo niegue el régimen.
Ahora, se espera que de los resultados electorales salga un nuevo Parlamento controlado por los ultraconservadores, que se han opuesto implacablemente a las políticas del moderado presidente Rouhani y su frágil acuerdo nuclear, que está hecho trizas desde que el presidente Donald Trump se echara a un lado en mayo de 2018
En los mítines de campaña el centro de Teherán, los candidatos ultraconservadores agudizaron sus ataques y advirtieron a Rohani de que el próximo parlamento “se esforzará por derribarlo”.
Durante mucho tiempo, los ultraconservadores han presionado al presidente iraní para que abandone su compromiso con Occidente, ya que argumentan que las promesas de alivio económico no le han dado "nada" a Irán.
Con el país atrapado en una crisis económica causada por sanciones, pero también la corrupción generalizada y mala gestión, hay pocas esperanzas de que pueda revertir la tendencia actual y que el Parlamento que salga de estos comicios solucione los problemas que atraviesa Irán.
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la economía iraní se contrajo en 2019 un 9,5% y se espera que en 2020 se mantenga en un crecimiento cero y la inflación sea de nuevo superior al 30%.
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