Conciertos
«Por la radio oímos mierda»
Lo mejor y lo inédito. Calamaro cierra una década de música y reconoce que «no sé hacia dónde voy, sólo que me gustan los cambios».
Andrés Calamaro es uno de esos rockeros fieles, de los que no se apean de las gafas de sol, la chupa de cuero y el sombrero «cowboy» para recortarse el rostro con una sombra que le esconda la expresión. Ahora da carpetazo a una década con «Obras incompletas», una «box» de seis cd¿s (109 canciones y 54 canciones inéditas) y dos dvd¿s con cuatro horas de imágenes. Levanta el telón de una nueva etapa aún sin rumbo. «No sabría decir hacia dónde me encamino, me gustan los cambios y también me gusta respetar el guión estético del rock y las canciones; por el momento, voy a seguir tocando rock eléctrico, aunque no me importaría apostar por algún cambio en el futuro». Contracorriente Atrás queda la memoria de trabajos abrumadores, como «El salmón»: «Ése era un disco tóxico y, como corresponde a su naturaleza, cuando terminas uno quiere más¿ Es como el tabaco o los carbohidratos, una vez que se empieza es complicado acabar. Cuando puse fin a ¿El Salmón¿ seguí grabando porque eso también responde a la dinámica de los salmones, que solamente nadan contra la corriente para seguir existiendo». Junto a sus éxitos vuelca ahora temas escondidos, los que han quedado fuera de las sesiones de grabación: «Entre las canciones no editadas, o inconseguibles, están mis perfiles más libres, mas vanguardistas, experimentales, caóticos y poéticos¿ Mi mayor valentía musical». Y comenta la que existe entre sus composiciones favoritas y las que el público corea de memoria en sus conciertos: «Hay gente que entiende la música como yo y otro subgrupo que prefiere temas mas prosaicos o rockeros, a mí me gusta la música áspera, experimental o instrumental, pero en los conciertos solamente canto mis temas favoritos. A mí también me gusta una canción bonita o un rock cañonero». Las reconocidas y reunidas aquí, según Calamaro, «suenan mejor con el tiempo». Las otras, las rescatadas del cajón, vienen a cerrar su esqueleto musical: «No sentía completa una antología sin mostrar también mis costados instrumentales, inéditos, vanguardistas y psicodélicos». Reconoce el artista que es un músico incompleto, de gustos clásicos, y que «hoy en día basta con teclear un nombre en google para escuchar la música que uno quiere. Si fuera solamente por la radio y la televisión escucharíamos mierda».
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