Grupos
El Zurdo: «Soy un mal mercenario»
El legendario líder de La Mode y mito de la Movida regresa con una recopilación de sus textos y el debut de su nuevo grupo, La Ruleta China.
Llega El Zurdo a un café del centro de Madrid, se apoltrona junto a la ventana y esboza una media sonrisa: «A ver, señor Frost, dispare». Hace unos días que vio «El desafío: Frost contra Nixon» y, sin esperar a la primera pregunta, se enzarza en un monólogo sobre el vilipendiado presidente. «Es el líder americano que más me interesa», asegura. «El otro, Kennedy, era sólo un follador al que su padre metió en política porque era guapo. Yo me identifico más con Nixon: un tipo preparadísimo que perdió las elecciones porque se afeitó mal antes del debate televisivo». El paralelismo entre los personajes es tentador. Al igual que el «cerebro» del Watergate, Fernando Márquez «El Zurdo» es uno de los talentos más deslumbrantes de su generación. Sin embargo, sus logros siempre han quedado en segundo plano, oscurecidos por su temperamento arrebatado. Y eso que pocos pueden competir con su currículum. Primero fundó Kaka de Luxe, la nave nodriza de la Movida madrileña. Después se pasó a Paraíso, con quienes compuso «Para ti», el himno oficioso de la época. Y, más tarde, llegó el turno del pop «arty» de La Mode y de infinitas colaboraciones en discos ajenos, además de numerosos libros, artículos, poemas… A mediados de los 80, emprendió su excursión hacia los márgenes de la sociedad. Y no fue por las drogas, como tantos compañeros de correrías, sino por sus desventuras en el fango de la política. En las elecciones del 86, apareció en un «spot» televisivo de la Falange Española y se armó el escándalo: ¿cómo un artista «moderno» podía elogiar a José Antonio Primo de Rivera? «La ultraderecha me utilizó para atraer a punks, a poperos...», reconoce. «Nunca he sido de extrema derecha. Siempre me he descrito como transversal. Por eso me interesaba la Falange, como tercera vía. Ahora, cuando me llaman "facha"casi me alegro. Teniendo en cuenta de quien suele provenir el exabrupto, me lo tomo como un elogio».Rehabilitación públicaLa polémica le supuso un veto del PSOE y su desaparición de los medios. El Zurdo quedó arrinconado mientras colegas como Carlos Berlanga o Santiago Auserón se convertían en las vacas sagradas del pop español. Su rehabilitación pública no llegó hasta mediada esta década, con la reedición de sus mejores trabajos. Y, ahora, con «El eterno femenino» (Editorial El Cobre), una antología de sus mejores textos. «Me hace mucha ilusión que una nueva generación me lea sin los prejuicios de mi militancia política». La pieza central del tomo es «Mary Ann», una novela protagonizada por una talidomídica con poderes mentales y un solo brazo. Se trata de un texto de pulso punk que, tres décadas después, sigue asombrando por su afán provocador. El libro rescata letras de canciones, fragmentos de otras novelas y escritos publicados entre 1982 y 2006 en publicaciones como «Abc», «Discobarsa» o «Casatomada». En todas estas piezas palpita un personaje convulso, apabullado por su genialidad. Esta primavera culminará su resurrección musical con el debut de su nuevo grupo, La Ruleta China. Se le nota entusiasmado con su nuevo juguete, que editará sus discos en Siesta, uno de los sellos más exquisitos del panorama nacional. De hecho, asegura que será su mejor disco: «Nunca había trabajado con músicos tan buenos. Hemos controlado por completo la producción», dice. «De todas formas, no resulta difícil destacar en el panorama actual».La edición de «El eterno femenino» le ha llevado a echar la vista atrás sobre su trayectoria. Con el tiempo, ha asumido que ha sido «su peor enemigo» por su tendencia «quijotesca» a zambullirse en retos que le desbordan.Por ejemplo, ni él entiende cómo pilló su «sarampión batasuno», esa época en la que trató de tender puentes entre la Falange y los abertzales. O sus años de militancia en el CDS, un destino paradójico para alguien que se ha caracterizado por la radicalidad.Un paranoico muy confiadoSus detractores suelen tacharle de paranoico y antisocial, pero él opina lo contrario. Admite que ha hecho «el idiota» en el último cuarto de siglo, pero desde la honestidad más sangrante. «Lo malo que me ha ocurrido en la vida es porque me he fiado de la gente». A sus 51 años, Márquez se ha decantado por el agnosticismo: «No me caso con nadie: la política me ha desencantado». De nuestro erial político, sólo respeta a tres figuras distintas: Suárez, Anguita y Jorge Vestrynge. Y suelta espumarajos cada vez que habla de Zapatero, «un populista que va a dejar el país arrasado». Pero reserva su mayor desprecio para los artistas «apesebrados» que «se humillan por un contrato». ¿Se enorgullece de no haberse vendido? «Sería raro que me chulease de algo que no puedo evitar. Soy la típica persona que cuando intenta venderse le sale fatal... Qué le vamos a hacer: soy muy mal mercenario».
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