Roma
El Sevilla pagó caros los despistes en Turquía
Tocará remontar en Sevilla. Un gol de Semih a falta de dos minutos puso cuesta arriba una eliminatoria que el equipo de Jiménez había logrado decantar mínimamente tras neutralizar en dos ocasiones la ventaja adquirida por el Fenerbahçe.
El discurso valiente de la horas previas presentaba lagunas al hacerse pública la alineación. Dar la titularidad a un futbolista que no ha llegado a jugar ni 45 minutos en sus contadas apariciones en los dos últimos meses parecía un riesgo innecesario en una cita de tanta trascendencia. Y, realmente, una osadía si conlleva dejar en el banco a tu futbolista más determinante en los compromisos más recientes. ¿Habría prescindido Schuster de Robinho en Roma si no hubiese estado lesionado? Diego Capel es la velocidad, el desborde, el regate, la asistencia y hasta el gol para este Sevilla. A priori, el diablo capaz de moverse por el infierno que se presuponía le esperaba al equipo. Duda jugó de inicio. ¿Miedo escénico? Quizá. Jiménez conoce al de Albox desde los quince años. Pero el mal estado del terreno de juego para un futbolista al que le gusta conducir el balón también tenía mucho que ver en la decisión.
El Sevilla encontró en el balón al aliado perfecto para no quemarse en el Sürkü Saraçoglu,un infierno a rebosar desde dos horas antes del pitido inicial del alemán Florian Meyer. Una volea de Kanouté y un remate lejano de Keita en los seis primeros minutos hacían presagiar un partido de alternativas en una y otra portería, porque si algo ha demostrado el Sevilla es que le cuesta un mundo dejar la suya a cero.
Efectivamente. El «monje» Kezman se encargaba de cabecear a la red un buen centro de Ugur Boral, la pesadilla de Daniel Alves. Su cabeceo solo al borde del área pequeña suponía la segunda llegada y el primer gol.
El Sevilla seguía llevando el peso del partido, pero la anarquía del Fenerbahçe le bastaba para poner en aprietos a Palop. Un envenenado centro de Alves que desvió Edu sobre su portería hizo enmudecer el estadio apenas cinco minutos después. El intercambio de golpes continuó hasta el descanso, pero era el portero valenciano quien más trabajo tuvo, entre otras cosas porque Jesús Navas no se atrevía a encarar a Roberto Carlos y las llegadas nervionenses morían en la orilla.
El arranque del segundo tiempo fue un calco del primero. Duda y Kanouté culminaban largas posesiones, pero desde excesiva distancia para sorprender a Demirel. El Sevilla ya había logrado su principal objetivo, marcar.
Los turcos sólo funcionaban a impulsos. Pero en uno de ellos Lugano hacía enloquecer a la hinchada. El Sevilla se asustó durante unos instantes. A la hora de juego Capel era la solución de emergencia. La primera vez que tocó el balón lo hizo para sacar un córner que peinó Poulsen y Escudé convertía en el segundo. No era la única noticia negativa para Zico. Roberto Carlos, el alma del equipo, se retiraba lesionado a falta de quince minutos. El Sevilla no fue de verdad a por el triunfo y acabó perdiendo producto de una debilidad defensiva que lastra su poderío ofensivo. En el Sánchez Pizjuán, otra hoguera, se decantará el pase.