Cambios climáticos
Vivir sin gases por Dr Bartolomé BELTRÁN
Las emisiones de gases es un problema de Salud Pública. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la esperanza de vida de los europeos se reduce entre ocho meses y dos años debido a la contaminación y la combustión de los vehículos, sobre todo de los coches antiguos (el 10 por ciento generan el 10 por ciento de la contaminación), es uno de los focos del problema.
En las zonas con más tráfico la esperanza de vida es menor y se ha observado que las muertes se elevan hasta en un 11 por ciento. En ellas es mayor la incidencia de bronquitis en los menores, que presentan un crecimiento más lento de su capacidad pulmonar. Y los ancianos, debido a que han estado expuestos mucho más tiempo a la contaminación, presentan más problemas pulmonares.
Los avances proporcionan mayor comodidad en el modo de vida, pero quizá, no mayor calidad de la misma. Infecciones y enfermedades respiratorias crónicas, cáncer de pulmón, riesgo de trombosis (un 70 por ciento mayor por cada aumento a la exposición de 10 microgramos por metro cúbico respecto al año anterior), cardiopatía isquémica, e incluso daño potencial al cerebro y otros órganos son el precio a pagar. Un concepto a tener en cuenta, la genotoxicidad, lo introduce el doctor Jordi Sunyer y se refiere a la herencia genética de los efectos de la contaminación.
Según esta teoría, los descendientes de los californianos del sur, donde la mala calidad del aire es un hecho constatado, tendrán mayores posibilidades de sufrir las consecuencias.
Pero, lo importante aquí y ahora es que los preventivistas en el ámbito de la salud publica trabajen en profundidad con los ingenieros de las tecnologías más maléficas y nos saquen de encima, en el menos tiempo posible, este aire insoportable que nos mata. Seguro.
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