Ministerio de Defensa

Intromisión

La Razón
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Han existido intromisiones divertidas. Algunas provienen de las erratas de prensa. En el diario «Pueblo» de Madrid, que dirigía Emilio Romero, se produjo una intromisión patriótica de muy complicada solución diplomática. Es harto sabida la estrecha vinculación de Emilio Romero con José Solís Ruiz, el eterno ministro y secretario general del Movimiento, pero en el presente caso la pasión les desbordó con holgura. La noticia publicada en «Pueblo» era tan impertinente como entrometida: «SU Excelencia el Jefe del Estado, Generalísimo Franco, ha invitado al Presidente de Filipinas, Diosdado Macapagal, a efectuar una visita oficial a Francia». Ignoro la reacción del orgulloso general De Gaulle, pero intuyo que no se sintió complacido al saber que Franco invitaba a visitar Francia sin consultárselo previamente.

La intromisión más azarosa que se ha producido lo reflejaba un periódico de Canarias. El Almirante jefe de Canarias, con sede en Las Palmas, había invitado a almorzar a bordo del destructor «Lepanto» al Capitán General de Canarias con sede en Santa Cruz de Tenerife. La noticia es confusa. «Tras los saludos reglamentarios, el buque "Lepanto"se hizo a la mar al mando del Excelentísimo señor Capitán General». Es decir, que el capitán General encerró en la cámara al Almirante y al comandante del buque de guerra y se hizo con el mando del mismo sin los conocimientos y experiencia navegante que se requieren para ello.

Ahora son los políticos los que se entrometen en los quehaceres que no son de su competencia. Leo que el ministro de Asuntos Exteriores de Marruecos, el sin par don Taib Fassi-Fihri, ha comparecido ante el Parlamento Europeo para mostrar su satisfacción por el pacífico desalojo del campamento saharaui. No entro a valorar lo que significa para don Taib un «pacífico desalojo», pero me temo que no llegaríamos a un acuerdo al respecto. Pero su entrometimiento viene más tarde, cuando fue preguntado por la expulsión de la corresponsal de «El Mundo», Ana Romero. El señor ministro, don Taib, negó la expulsión con tajante vehemencia: «La periodista Ana Romero no fue expulsada. Abandonó Marruecos porque su misión había terminado». Es decir, que el señor ministro marroquí, y mucho lo siento por Pedro J. Ramírez es el que decide cuándo principia y cuándo finaliza la misión de los corresponsales aceptados por su Gobierno y el de España. Así que Julián Redondo, nuestro Jefe de Deportes en LA RAZÓN, acude a presenciar y escribir la crónica del partido Sevilla-Athletic de Bilbao, es un ejemplo, y cuando aún no han saltado los jugadores al terreno de juego y él no ha abierto ni el cuaderno de notas, le llama el presidente del Sevilla para informarle que tiene que abandonar el estadio Sánchez-Pizjuan porque su labor ha terminado. A partir de ahora, serán los gobernantes los encargados de analizar el trabajo de los corresponsales de prensa y decidir cuándo empieza y cuándo termina su trabajo. Intromisión perforante. Como la de Meadowes, el mayordomo del duque de Forester, que al analizar con frialdad las ausencias de su señor, se entrometió en la cama con la señora duquesa, y al ser sorprendido por el duque no dudó en reconvenirle su actitud: «He decidido que dado su poco interés por proceder al fornicio con la señora duquesa, su misión como esposo de la misma ha terminado».

Y el duque, sin rechistar.