Fundación Víctimas del Terrorismo
El futuro del País Vasco por José María Marco
Antonio Basagoiti contradice muchos de los tópicos al uso sobre la clase política. Pudiendo vivir como hubiera querido, eligió la política, y en el lugar más duro, para jugarse la vida. Siendo uno de los líderes más visibles del Partido Popular, lleva tres años y medio apoyando sin contrapartidas a un Gobierno socialista con el único fin de hacer posible un Gobierno no nacionalista en el País Vasco. No hay que olvidar que esa posibilidad se ha cumplido, gracias a él, aunque el principal protagonista, el Gobierno del socialista Patxi López, la haya echado a perder lastimosamente. Por eso ahora, con sus antiguos socios de Gobierno debatiéndose entre la nada y el radicalismo, Basagoiti representa la única alternativa seria, no testimonial ni populista, al nacionalismo. Es el tercer punto que hace de él un líder excepcional.
Basagoiti pone cara a un Partido Popular sometido a una exigencia muy distinta de aquella a la que se enfrentaba hace pocos años. Entonces había que mantener viva la democracia y la idea de España ante una banda de asesinos apoyados, hasta 2004, por partidos políticos legales. Hoy sigue existiendo la amenaza de la violencia, aunque el reto es distinto. Hay que responder al desafío independentista asumido abiertamente por un PNV que ve en la ausencia de atentados la ocasión de levantar una bandera propia.
No por eso ha cambiado la posición de fondo del PP. Basagoiti ha tenido que demostrar una gran flexibilidad para sostener a un PSOE que no se ha decidido a hacer una política nacional. Terminados estos años tan difíciles –y tan difíciles de explicar–, el PP de Basagoiti ofrece una posición clara y decidida para todos los vascos que no se reconocen en el nacionalismo. Además, se mantiene fiel a la firmeza con la que el Partido Popular del País Vasco, heroico durante años, ha hecho frente a la violencia. Entonces los militantes del PP se enfrentaban al exterminio físico. Ahora el PP encarna por sí solo la naturaleza española del País Vasco: su pluralismo, su articulación como una sociedad moderna, abierta, capaz de ir superando los fantasmas de un pasado sangriento que aspira a prolongarse en una soberanía excluyente para aquellos que no sean aceptados como miembros de la tribu.
Basagoiti y el actual Partido Popular vasco son la única garantía de que ese futuro en libertad todavía no se ha eclipsado del todo. Nacionalismo y soberanismo podrán, tal vez, «liberar» a un territorio. Los habitantes de ese mismo territorio correrán una suerte bien distinta, sometidos a un poder que aspira a ser único y a representar las esencias eternas del pueblo vasco. Ante esa pesadilla, el único que aún defiende el pluralismo y la tolerancia es Antonio Basagoiti.
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