Sevilla
El Museo del Traje no será trasladado por Jesús MARIÑAS
La colección seguirá donde está, en plena Moncloa, con una pesada monumentalidad acementada. Es de los edificios más feos de una zona verde inmediata al deslucido Arco del Triunfo, siempre peligrando por vaivenes políticos. Sucedió, y se temió, también con el atestado museo que sigue creciendo de un amplio muestrario Balenciaga y tampoco ofrece mucho de Rabanne, otro español que rompió moldes en la moda. La siempre suspirante Ángeles González-Sinde se lo confirmó en Cibeles a una Pilar del Castillo defensora a ultranza de la colección y el emplazamiento. Trasladarlo a Teruel como pretendían era un disparate y le restaba interés y público. De ahí la campaña que reclamó su instalación permanente donde está. Les recomiendo visitar el restaurante de su planta baja ante la ampulosa escalinata exaltadora del hormigón.
«Rematamos trámites para dejarlo así», afirmó la ministra, y Carmen Alborch pareció respirar, aunque apenas le tocó gestionar este museo que recoge importantes fondos incluso folclóricos. Ya le falta espacio. Era un runrún aplaudido en un Cibeles que no parece levantar cabeza, como sí lo hizo su directora, Cuca Solana, superando el cáncer de laringe. Bromeaba con el mal: «Antes tenía voz de tío y me quedó soniquete de señorita». Aguanta cualquier embate como Lomba eliminando por falta de «cash» a su colaboradora eterna, un poco en el aire de Hannibal Laguna, dolido porque en la alicantina Ciudad de la Luz quitan de en medio –o tal contaban– a su directora. No salen las cuentas.
Laura Sánchez le echó una sonrisa a sus problemas con Aitor por su niña, parecen solucionados, o tal vendió mientras Ana Rodríguez fingía sorprenderse con el runrún social que empareja a Bono, su ex, con una recién separada parece que atribulada. «Pues no sabía nada, primera noticia. Aunque me alegro por él», comentó mientras Carmen Lomana demostró ser buena alumna al copiar casi totalmente uno de los últimos looks de Nati Abascal: con gasa salpicada de lentejuelas impropias del mediodía. Ella contrastó las luminosas rayas horizontales con unos Prada multicolor en piel granulada con el estilo Abascal aplaudido durante la última noche urbana dedicada a la moda.
Ah, y no podemos olvidarnos de la gran boda. Se amplía la lista de invitados de Cayetana: de veinte saltan a treinta incorporando a Tere Pickman «por expreso deseo del novio» que, sin embargo, sólo convida a tres de sus hermanos. Rosa y Linda, cocineras en Madrid y Sevilla, se encargarán de elaborar el banquete que no se parecerá en nada a la «cocina ducal» que el hotel Palace ofrece como tentación gastronómica con un plato de bacalao de los que detesta la futura señora Díez. El caso es vender.
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