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Guillermo Fariñas: «Nos rociaron con gas pimienta y dijeron: ‘Ahora griten'»
Si esta entevista se hubiera publicado el jueves, Guillermo Fariñas no habría podido leerla al ser rociado con gas pimienta y perder la vista dos días. Sin embargo, lo que la dictadura cubana no ha conseguido arrebatarle es el habla y cuenta para LA RAZÓN cómo ha permanecido detenido 72 horas por los hombres de Castro.
–¿Qué ocurrió para que le encarcelasen y cómo se llevó a cabo su detención?
–Angel Moya, Jorge Artiles y yo, nos dirigimos a la Fiscalía porque pedíamos la liberación de la «dama de blanco» Yazmín Conyeo y su esposo, condenados falsamente por violación domiciliaria y atentado. Los fiscales no sólo salieron a golpearnos sino que nos amenazaron de muerte. Seguimos gritando, nos introdujeron en el patrullero y nos acusaron de un delito de propaganda enemiga oral y desacato a la figura (del presidente). Nos lo aplicaron y continuamos con nuestros gritos. Pero lo más grave es que pararon el vehículo, nos rociaron con gas pimienta y con nosotros esposados dentro, decidieron rociar el coche entero y bajarse. Desde fuera decían: «Griten ahora». Lo que a mí me parece que se trata de una tentativa de asesinato.
–Tras 24 huelgas de hambre, ¿ahora qué se plantea?
–Seguiremos enfrascados en denunciar a través de la protesta cívica que la ciudadanía conozca los agravios de la dictadura y lucharemos para que liberen al matrimonio.
–¿Qué espera de la Comunidad Internacional?
–Mirar un crimen con indiferencia es igual que cometerlo. Las instituciones deben invervenir para evitar un baño de sangre. Si consideramos que 2012 comenzó con la muerte de Wilman Villar, ¿cómo acabara? Pido a la ONU, a la Organización de Estados Americanos (OEA), y al Parlamento Europeo, que se pronuncien y condenen la muerte de Wilman Villar. Que estén con las víctimas y no con los verdugos. Deben actuar porque seguirán muriendo más inocentes.
–¿Qué conoce sobre la detención de Wilman Villar que le instase a hacer una huelga de hambre?
–Era un opositor, pero no actuaba conmigo. Le chantajearon miembros del Gobierno para que colaborase con ellos. Se negó a colaborar con los órganos opositores, le amenazaron con arrestarle, y así fue. Le detuvieron como acción del terrorismo de Estado y es que estamos ante el recrudecimiento de la represión. En 50 días, nadie muere y si dan órdenes de mantenerlo con vida se hace.
–¿Nunca pensó que algo cambiaría con la muerte de Orlando Zapata?
– Nunca. Yo vengo de las filas del Gobierno y una cosa que se inculca es la soberbia. Los Castro quieren hacer ver que ellos son los mejores, que nadie puede meterse con ellos y quien les lleva la contraria es un traidor, alguien alejado de la realidad, en definitiva, lo que es el populismo.
–¿Es real la apertura que hacen ver al exterior?
–Quieren quedar como buenos. Dijeron que Villar era un preso común y señalaron que no había muerto por huelga de hambre. Lo peor, es el cinismo de no reconocerlo.
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