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Los secretos del Nueva York de los neoyorquinos

Conocida como el paraíso de las compras, apostar por la urbe de los rascacielos como destino para este verano es mucho más qur ir sólo de tiendas. Tal y como haría un oriundo, tomar un cóctel en una azotea del Soho, comer en un restaurante con sello español o descubrir lo último del Metropolitan es lo más chic.

Los secretos del Nueva York de los neoyorquinos
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Como cualquier otra ciudad del mundo, más que una metrópoli Nueva York es un estado mental. Es la eterna urbe del siglo XIX donde parece que los rascacielos luchan entre ellos por su espacio. Nueva York es la puerta de los inmigrantes a Estados Unidos. Es la ciudad que nunca duerme, abierta las 24 horas del día, es la capital de la cultura, es el corazón de la economía estadounidense, es una urbe también dura y es un lugar donde hay que luchar por todo. Pero, por encima de todo, o al menos es lo que les gusta pensar a los neoyorquinos, es el lugar donde los sueños se convierten en realidad.

Su alcalde, el multimillonario Michael Bloomberg, la dirige como si fuese una de sus empresas. Por eso, invita al viajero a que se pasee por donde quiera, pues considera a estos visitantes dólares caminantes: vienen a comprar, a dejarse dinero en las tiendas, restaurantes y hoteles y, encima, no le quitan el trabajo a ningún estadounidense. ¿Qué más se puede pedir? Aun así, más allá del Nueva York de las compras, está el de los neoyorquinos, que cuenta además con algunos rincones con sabor español. Para este verano, le proponemos descubrir la cara más auténtica de Nueva York:

 

Un cóctel desdeel «rooftop»Es verdad que el verano neoyorquino no tiene cuenta con terrazas. Pero, ¿quién las necesita cuando puede disfrutar de los «rooftops» (azoteas) que ofrece la ciudad con las mejores vistas de América del Norte Jimmy es la azotea del Hotel The James (15 Thompson St). Mientras se toma un cóctel en el tejado de este edificio del exclusivo barrio del Soho, puede contemplar desde el puente de Brooklyn y Manhattan hasta el edificio Empire State. El Hotel Chantelle (92 Ludlow Street) tiene un restaurante abierto al cielo en su último piso que evoca el ambiente francés, incluso cuenta con una zona donde se puede fumar –algo exclusivo en Nueva York tras la cruzada contra los fumadores–. Por último, la azotea de tres niveles de Gansevoort Park Rooftop (420 Park Avenue South), con vistas de toda la ciudad, compensa los caros cócteles que tienen que pagar sus visitantes.

Fogones españoles

 Forman parte de la historia de la cultura neoyorquina Tao (42 East 58 Street), donde Nicole Kidman cenaba con Lenny Kravitz, Balthazar (80 Spring Street), donde los políticos no encuentran la mejor mesa reservada a las modelos, o Pastis (9 9th Avenue), el sitio preferido de la diseñadora Diane Von Furstenberg. Pero, hay vida después de estos sitios. Y algunos restaurantes de moda tienen en sus cocinas hasta chefs españoles: Graffit, ahora llamado Gastroarte (141 West 69 Street) sorprende y, a veces, desafía a los clientes cuando entran en el restaurante. Allí encuentran los típicos platos españoles, pero a la manera de entenderlos de su cocinero, Jesús Núñez. Bar Basque (839 6th Avenue) es un proyecto del Gobierno vasco para dar a conocer su amplia gastronomía. Y para estar a la última, hay que pasar por el «bistro» francés Épicerie Boulud (1900 Broadway), el italiano 900 Degrees (29 Seventh Avenue S.) o la heladería Amorino (60 University Place).

 Una tarde de museos

El Museo Metropolitan (1000 5th Avenue) es parada obligada para cualquier viajero que llegue a la ciudad, pero no hay que olvidar que está cerrado los lunes. Y la entrada «recomendada» es de 20 dólares, aunque al visitante sólo se le requiere que pague un dólar más su voluntad, que depende ya del bolsillo de cada uno. Tiene un «rooftop» desde donde se contempla el parque, además de un café al lado de la zona de arte Grecia y Roma donde se puede disfrutar de una comida o cena temprana con sonido de violines. El MOMA (11 West 53 Street) es otro imprescindible, aunque sólo sea para ver a «Las señoritas de Avinyó» de Picasso. Los martes está cerrado y la entrada cuesta 20 dólares, excepto los viernes por la tarde, que es gratis. Si hay tiempo, hay que adentrarse en el New Museum (235 Bowery), el Whitney (945 Madison Avenue) y el Museo de Historia Natural (200 Central Park West).

un jardín en vertical

Además de rascacielos y edificios mastodónticos, la ciudad conocida como la jungla de asfalto sorprende, sin embargo, por sus amplias y cuidadas zonas verdes. El parque más famoso de Nueva York es, por méritos propios, Central Park, el gran pulmón de la urbe. Pero hay más opciones, como Bryant Park, Union Square o Washington Square. Incluso existe un jardín elevado en la zona oeste, el High Line, que se convierte en todo un espectáculo para la vista.