En medio del vendaval que nos azota sin piedad. Dentro de 50 años, estos días se estudiarán como los que cambiaron el mundo, aunque nosotros no lo percibamos, porque sabido es que cuando la historia se vive y se sufre, no te deja conciencia de que formas parte de un nuevo tiempo. Pero si buscas brotes agradables, los encuentras. Personalmente, he disfrutado con la vuelta de dos grandes de la música. Manuel Alejandro, compositor y letrista que enlaza la estela de Rafael de León y del maestro Quiroga, ha compuesto para casi todo el mundo en España y América, pero sin duda su carrera va unida a la de Raphael, ambos empezaron juntos sus grandes éxitos. Lo mismo se podría decir de Rocío Jurado para la que creó un repertorio único. Se retiró voluntariamente a pesar de estar solicitado por los más grandes artistas. Por fin se ha decidido a volver y no podía hacerlo de otra forma que escribiendo una docena de bellísimas canciones para Raphael. El trabajo de ambos ha tenido una respuesta maravillosa por parte del público, este disco ocupa los números uno en ventas de España y muchos países de América. El otro grande, José Luis Perales, que añade a la faceta de compositor la de interprete, igualmente ha decidido volver, con un disco compuesto y cantado por él mismo. La presentación está agotando las localidades de los teatros donde se anuncia. Perales es mucho más grande cuando compone para los demás, al igual que Alejandro tiene la virtud de meterse en el alma de los artistas para los que crea canciones. Siempre he mantenido que algunos compositores son magníficos sastres que hacen trajes a la medida del cantante de turno. En el caso de los dos maestros de los que me ocupo en esta ocasión, hacen alta costura. ¿Había algo que respondiera mejor al momento que vivía Isabel Pantoja como «Marinero de luces»? ¿O se puede componer un tema como «Qué no daría yo» para Rocío Jurado, que lo cantó en todos sus conciertos, incluso en el último que realizó en su vida? Igualmente, a Raphael le hizo auténticos diseños exclusivos que han quedado en la historia de la música ligera. Bueno y ejemplar es que los grandes de verdad, aunque estén en edad de jubilación, vuelvan a darnos alegrías. Nada te hace en este mundo gozar más que una bella canción que canta un maravilloso artista.