Los Ángeles
Un papel a la medida para el regreso de Pepa Flores
Para celebrar el 50º aniversario de «Tómbola» un grupo de empresarios, con Enrique Cerezo a la cabeza, plantea a la artista su regreso al cine después de tres décadas de su retiro voluntario
Lleva una vida excesivamente tranquila, pero todo podría cambiar para Pepa Flores si acepta una oferta para regresar al cine. La idea es de un grupo de empresarios, entre los que estaría el productor Enrique Cerezo, que quieren conmemorar el cincuenta aniversario del estreno de la película «Tómbola», que protagonizó Pepa cuando se llamaba artísticamente Marisol, con un bombazo cinematográfico: el regreso de la actriz y cantante retirada a la primera línea del mundo de la interpretación.
No es la primera oferta que recibe Pepa en los últimos años. No hace mucho le llegó una desde Los Ángeles. Le propusieron trasladarse allí unos meses para protagonizar una coproducción hispanoestadounidense. Sin embargo, Pepa ni la valoró, porque tendría que dejar Málaga, donde vive actualmente junto a su pareja, Máximo, a sus hijas y a su nieto. Sin embargo, la oferta actual parece más sugerente. La idea es escribir un guión a su medida, rodar en España, incluso se baraja la posibilidad de que sea en la misma Costa del Sol, y convencer al mismo tiempo a su hija, María Esteve, para que trabaje al lado de su madre. Cuando le comentaron al empresario Cerezo la idea de contratar a la ex niña prodigio contestó rápidamente que él se embarcaría sin dudarlo en un proyecto tan atractivo. Pero parece ser que se lleva tan en secreto que no ha trascendido nada sobre el mismo.
A su medida
Todos son conscientes de que convencer a Pepa Flores para que deje la tranquilidad que preside su existencia desde que se retiró hace 27 años va a resultar extremadamente difícil, pero si el guión es importante y la empresa fiable, todo puede cambiar para que ese regreso tan esperado se produzca. Y si la experiencia funciona, ese reencuentro profesional podría ser la primera piedra de futuros compromisos.
El próximo 4 de febrero la malagueña cumplirá sesenta y cinco años, pero su cara de niña, su cuidado físico y sus recordados ojos claros siguen siendo tan magnéticos como cuando actuaba. Una de las personas que más y mejor ha estudiado al personaje, su biógrafo, José Aguilar, apuesta por «el regreso de Pepa a la gran pantalla. Hace unos meses, en una conversación con Enrique Cerezo, éste reconoció que estaría dispuesto a apostar por la vuelta de esta mujer con un proyecto adaptado a su persona, como y cuando ella quisiera y con todo tipo de facilidades. No sé si le habrá hecho llegar una oferta, pero sé que hay otros que darían lo que fuera por contratar a Pepa Flores».
Aguilar nos habla de la vida actual de la que se calificó en su momento como «el ángel del cine español», una vida sencilla y dedicada de lleno a su familia: «Cuando no está con su pareja, sus hijas o su nieto Curro, le gusta pasear a sus perros, ir a la compra, disfrutar de una casa que tiene en el campo. Es feliz con las cosas sencillas que le trae la vida, y nunca se ha arrepentido del paso que dio al retirarse hace casi treinta años. Pero el oficio de actriz no se olvida nunca, y si la oferta es lo suficientemente atractiva como para, por lo menos, estudiarla, es posible que dé el paso que no se atrevió a dar cuando la llamaron de Los Ángeles. Al igual que hace unos años volvió al mundo de la canción esporádicamente para grabar un tema de un disco de su amiga Aurora Guirado, si alguien de su máxima confianza intercede, no veo imposible que vuelva a rodar. Sería fantástico verla de nuevo en el cine».
Aquella mujer cargada de idealismo, emparentada con las ideas de izquierdas, sigue siendo hoy una persona progresista y rebelde ante las injusticias. Aguilar recuerda que «si antes levantó el puño porque era consciente de que hacía falta un cambio político y social en la España de Franco y en el posfranquismo, hoy se siente muy involucrada en temas sociales. Nunca he oído hablar a nadie mal de ella».
Se ha dicho que a Pepa no le gusta que le recuerden su pasado, que ha llegado a aborrecer el nombre de Marisol, quizás porque llegó a sentirse explotada, pero Aguilar comenta que «si alguien se dirige a ella como Marisol, contesta siempre, no se molesta, ni reniega de ese nombre, aunque en un momento determinado de su vida decidiera recuperar su verdadera identidad».
Un nombre con ángel
Curiosamente, la otrora Marisol tenía un buen cartel en América. La potente productora Columbia, tras contemplar el éxito obtenido por la joven actriz en películas como «Ha llegado un ángel», quiso comprar su contrato para convertirla en una gran estrella en EE UU, pero la operación no llegó a buen puerto. Su nombre cotizaba en medio mundo, sus filmes se tradujeron a múltiples idiomas, y hasta en Japón veían a la niña actriz como un ídolo. El mítico comunicador norteamericano Ed Sullivan la entrevistó en su programa de máxima audiencia. Ella traspasaba fronteras. Pero cada vez que le preguntaban si quería vivir en el extranjero, sentenciaba: «Prefiero hacerlo en Málaga, en mi tierra, porque allí están mi familia y mis amigos». Aun así, estrellas cinematográficas como Orson Welles y Audrey Hepburn la elogiaban. Pepa Flores quería ser bailarina, acabó siendo actriz y cantante, y terminó por convertise en esposa fiel, madre ejemplar y abnegada ama de casa. En las manos y en la capacidad de convicción de los productores está que reverdezcan viejos laureles. Eso, si ella quiere.
Su última aparición pública: «De Málaga al cielo»
Desde que decidió abandonar la vida pública, sus apariciones en actos sociales han sido contados. La última de ellas fue este verano con motivo de la inauguración de la exposición de su hija María Esteve, en el colegio de abogados de Málaga, que lleva por nombre «De Málaga al cielo». Con un vestido estampado, la melena suelta y más oscura que antaño, Pepa Flores no hizo ninguna declaración para evitar quitar protagonismo a su hija y al resto de sus hermanas, que también quisieron acompañar a la actriz en su debut como pintora. Su vida es de lo más tranquila y ajena a los continuos saraos a los que la siguen invitando.
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