Premios Goya
Antonio Ozores
A mediados de los años 80, cuando se produjo el boom del vídeo en España, y decenas de establecimientos dedicados a alquilar cintas para reproducir en estos aparatos, comenzaron a proliferar en cada ciudad, mis hermanos y yo teníamos una obsesión: hacer un barrido exhaustivo por todo el stock de películas que tenía cada videoclub, hasta dar con aquélla que, en sus créditos, contuviera el –para nosotros- mágico nombre de Antonio Ozores. Como consecuencia de este afan –algo extraño, lo reconozco-, adquirimos un conocimiento de la historia reciente del cine español formidable, memorizando títulos, directores, actores y, sobre todo…secundarios. La «persecución» de Antonio Ozores por las últimas décadas de la cinematografía española nos abrió las puertas a un universo de secundarios, que se convirtieron en el emblema de muchas cosas, pero, fundamentalmente, de las mejores y más divertidas veladas que podíamos disfrutar. Nombres como Florinda Chico, Alfonso del Real, Juanito Navarro, Rafael Merino, Gracita Morales, Saza, Rafaela Aparicio y tantos otros aparecían, a nuestros ojos, como la quintaesencia del humor y de tantas claves sociales depositadas en títulos que, muchas veces, la intelectualidad mal entendida despreciaba por considerarlos como la causa de la degradación del cine español. Pero, entre todos ellos, entre esa miriada de nombres que dieron su razón de ser al cine español de los 60 y la Transición, la figura de Antonio Ozores sobresalía con luz propia, por su capacidad para solucionarte, con su sola presencia, una película que, de otra manera, hubiera estado condenada al olvido.El «ozorismo» es una forma de entender el cine transversal a muchas subcorrientes y formas de entender el cine español. No se puede desligar a Alfredo Landa o a un José Luis López Vázquez de la influencia de los Ozores. Es más, puestos a definir la esencia de la comedia española desde los 60 a una parte, ni Pedro Lazaga, Pedro L. Ramírez, José María Forqué o alguno otro resisten un análisis de largo recorrido. El nombre clave es Mariano Ozores, y su fiel acompañante –ya fuera con Landa, Vazquez, Esteso, Pajares…-, su hermano, Antonio, que el pasado miércoles murió a los 81 años de edad, dejando huérfanos tantos recuerdos, tantas noches maravillosas en compañía de mis hermanos en torno a un sentido fuerte: su capacidad inigualable para hacernos reír. Grande Ozores.
*Consejero de Cultura y Turismo
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