La Habana
Fidel Castro vuelve al rescate de la Revolución
El régimen muestra el apoyo del gran jefe a la política de su hermano, cada vez más cuestionada en la isla.
Desde que la economía cubana se vino definitivamente abajo, con huracanes o sin ellos, la vieja retórica del enemigo interno y la corrupción volvieron a la oficialísima Prensa del régimen. Y, así, de vez en cuando, la Policía castrista da cuenta de sus esfuerzos en la lucha contra el mercado negro. Lucha difícil y, probablemente, estéril que proporciona «éxitos» del siguiente jaez: «Un detenido por posesión de 15 kilos de queso fundido y 13 muslos de pollo. Otro, por acaparar 3 tubos de embutido de jamón, 4 de picadillo, 10 piezas de pescado, 57 filetes y 37 croquetas. Incautados 160 talleres clandestinos y 200 casas-almacén...». Listas interminables que nos hablan, también, de la escasez de productos de limpieza y aseo personal, de materiales de construcción o de piezas de repuesto. Otro ejemplo: conservar en la nevera alimentos fuera de contingentación, como las langostas, suponen la requisa del refrigerador.Cuba, en efecto, atraviesa el peor «período especial» desde la caída del comunismo soviético y ninguna de la medidas puestas en marcha por Raúl Castro y sus ministros han conseguido el menor resultado. Las importaciones, que hay que pagar en dólares, crecen y las exportaciones bajan. Incluso el benéfico níquel, que debía convertirse en el azúcar del siglo XXI, ha visto derrumbarse su precio en los mercados internacionales.Con este panorama, a la dictadura le sorprendió la huelga de hambre del disidente Orlando Zapata en plena campaña de relaciones públicas. Aprovechando la «conjunción planetaria» de Obama y Zapatero, el Gobierno castrista trataba de mejorar su posición en dos frentes: ampliación de las relaciones comerciales con Estados Unidos, en especial la reducción de las restricciones al turismo y a las remesas de divisas de los exiliados, y el levantamiento de la Posición Común adoptada por la Unión Europea, gracias al buen trabajo del Gobierno de Aznar.Tildado Zapata inmediatamente de «delincuente común», el régimen no fue capaz de calibrar la amplitud de la reacción mundial ante ese inicuo crimen de estado. Y tampoco fue consciente de lo que iba a suponer el sacrificio realmente heroico, removedor de conciencias, de otro «antisocial» como Guillermo Fariñas.De ahí que, en medio de la lucha por la supervivencia, los hermanos Castro pasaran del «¡nunca cederemos al infame chantaje de los Estados Unidos y la Unión Europea!» a la negociación con la Iglesia. La misma Iglesia que, como recordaba con cierta ironía el diario francés «Le Monde», había alertado de que la situación económica se iba a pique «si continúa ese centralismo que impide la modernización y el desarrollo de la iniciativa individual».Se puede discutir si la liberación pactada de 52 presos de conciencia, condenados a largas penas de prisión por el delito de disentir, favorece o no a los Castro, pero es un hecho que ni siquiera una tiranía como la de La Habana podía salir indemne de una nueva muerte como la que aguardaba inexorablemente a Guillermo Fariñas. Ésa es la razón detrás de las reapariciones de Fidel. Su doble mensaje de que mientras él viva no habrá traiciones a la Revolución y de que su hermano Raúl cuenta con su apoyo.O, quizás, todo sea más simple: el viejo dinosaurio se encuentra mejor y le gusta dar paseos.Las Damas de blanco, preocupadasLas damas de blanco, familiares de los 75presos de conciencia de la Primavera Negra cubana, mostraron ayer su inquietud en La Habana por el «destierro» al que han sido sometidos los liberados enviados a España –quienes fueron transladados de la cárcel al aeropuerto, sin posibilidad siquiera de despedirse–. La representante del colectivo, Laura Pollán, aseguró que también les preocupa el estatus que se les va a aplicar a los excarcelados en nuestro país, a quienes no se dará el trato de refugiados, sino el de «unos emigrante más de cualquier otro país», apuntó Pollán en declaraciones a la prensa cubana. Además, la representante de Las Damas de blanco aseguró que aún no sabe cuántos presos habrá que se nieguen a viajar a España una vez liberados, pero «que los habrá». Según explicó, muchos de ellos tienen familiares en Estados Unidos y sería lógico que prefirieran viajar allí
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