Ecuador
Los jóvenes toman la palabra a 120 días de la JMJ
«Las nuevas generaciones plantearán en primera persona su proyecto para el mundo en la Jornada Mundial de la Juventud», dicen los organizadores
Madrid- Quedan 120 días para la Jornada Mundial de la Juventud. La cuenta atrás parece acelerarse en las últimas semanas: las inscripciones se multiplican, los voluntarios acuden a los cursos de formación, se va cerrando la agenda del Santo Padre, se encuentra escenario para un musical de Juan Pablo II... El comité organizador trabaja a destajo desde hace dos años para sacar adelante este complicado engranaje, que ya está dando sus frutos pero que se materializará a mediados del mes de agosto, cuando lleguen a Madrid más de un millón y medio de jóvenes que borrarán de un plumazo la imagen de ciudad desierta por vacaciones.
Precisamente los preparativos, inquietudes y retos de este acontecimiento que Benedicto XVI confió a la Iglesia española centraron el desayuno informativo organizado por LA RAZÓN para tomar el pulso a esta JMJ, que lleva por lema «Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe». «El Papa, al elegir este tema, demuestra conocer a fondo al joven de hoy que en plena era de la globalización corre el peligro de perder su esencia vital. Muchos no saben a qué pertenecen, dónde están sus raíces, tienen miedo a comprometerse, a casarse. Y aunque parece que a la juventud no le interesa Dios, es una sed que está ahí y brota en el momento en el que rascas un poco», explica César Franco, obispo auxiliar de Madrid y coordinador general de la JMJ, que presidió este encuentro.
Compromiso
«La JMJ es un "Ven y verás", supone conocer de primera mano lo que dicen y sienten otros jóvenes comprometidos», relata Yago de la Cierva, director ejecutivo de la JMJ, una idea que también defiende Rafael Rubio, director de comunicación de la cita: «Este encuentro no busca teorizar sobre los jóvenes. Son ellos los que en primera persona hablan y expresan sus inquietudes y esperanzas, y presentan su propuesta para cambiar el mundo. Nosotros sólo ponemos la pantalla». «Además, son ellos mismos los que están haciendo posible que funcione, pues contamos con unos 20.000 voluntarios», apostilla Marieta Jaureguízar, directora de la oficina de Prensa.
Y aunque la hoja de ruta hasta llegar a la vigilia de oración con Benedicto XVI –en el aeródromo de Cuatro Vientos en la noche del 20 de agosto– pasa por muchos quebraderos de cabeza para facilitar los visados a jóvenes procedentes de países de conflictos, incluir crema protectora en la mochila de los peregrinos o buscar sanitarios portátiles, por el camino los organizadores se están topando con gestos de generosidad «impagables». «Así ocurre con las cientos de mujeres que están confeccionando a mano las casullas de los sacerdotes, los bodegueros de Jerez que nos han donado el vino para las misas, una distribuidora que proveerá de fruta a los voluntarios, desde Ecuador nos han regalado las flores de los altares... Incluso nos han querido dar toneladas de pipas», explica Carla Díaz de Rivera, directora técnica de Cultura.
Con el bache económico mundial como desafío, los inscritos –ya superan los 350.000– aportan 10 euros para un Fondo del Solidaridad que permitirá a las iglesias locales de los países con más dificultades enviar a una delegación. «De lo contrario se convertiría en elitista. La Iglesia se ha comprometido para que esta JMJ sea de todos y para todos. En concreto a España se nos ha encomendado ayudar a América Latina, por los lazos históricos, culturales y eclesiales que nos unen. Nuestro objetivo es ambicioso pero posible: un millón y medio de euros», indica Rubio.
En esta línea, el obispo auxiliar de Madrid destaca que se tendrá especialmente presente a las comunidades perseguidas en países como Irak y conflictivas como en China «para que se sientan apoyadas en la situación de martirio que viven». En este sentido, Paola, voluntaria de un país en el que los cristianos no son más de 200.000 y apenas representan el 1 por ciento de la población, relata que «conozco a un grupo de diez amigos cubanos que están trabajando y ahorrando para que uno de ellos pueda venir». «Estos gestos sólo pueden nacer ante un evento de vital importancia para los que participan», explica Carla, convencida de que «esta JMJ les va a cambiar radicalmente la vida». De hecho, en la JMJ de Sydney, el 23% de los participantes reconoció que les cambió la vida.
César Franco, Paola y Nieves
Son más de 20.000 los voluntarios que harán posible que los jóvenes de los cinco continentes se sientan en Madrid como en casa. Por ello, César Franco , obispo auxiliar de Madrid, aprovechó el desayuno informativo de LA RAZÓN para agradecer su entrega. «Son la otra cara de la juventud desorientada que se nos suele presentar», comenta el obispo. Nieves es alicantina y colabora en Comunicación de la JMJ: «Todo lo que aportemos es poco teniendo en cuenta el bien que podemos hacer. Aunque sólo se llegara al corazón de una persona, merecería la pena». Para Paola, que viene de Taiwán, «participar me hace sentir que no estoy sola, que mi fe es compartida con todos los jóvenes del mundo».
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