N ació y se crió en el Valle de Lecrín, para ser más exactos, en Pinos del Valle, provincia de Granada, donde está su gente y donde se escapa siempre que puede, ya que la tierra le tira mucho, «demasiado», asegura, «decir mucho es quedarse corto, la verdad», afirma Antonio Velázquez, uno de los rostros más populares y atractivos que hay actualmente en el mundo de la interpretación española.
Velázquez forma parte de esa generación de actores que se han forjado en las series de televisión en nuestro país. En estos momentos está rodando nuevos capítulos de la producción «Tierra de Lobos», que emite Telecinco. Además, espera noticias de México, donde rodó esta primavera «Cuatro Lunas», una película del director Sergio Tovar Velarde.
Con tanto trabajo, Antonio Velázquez apenas saca tiempo para él mismo y para desconectar. «Reconozco que yo soy de los que no lo hacen… Por fortuna, tengo mucha gente que me quiere y que ya se encarga de que logre romper con la rutina».
En los tiempos que corren, no puede quejarse de falta de trabajo y aunque en ocasiones no le deja demasiado tiempo para disfrutar de su tierra todo lo que a él le gustaría, siempre que puede, se escapa. «Cuando voy a Granada lo primero que hago es estar con mi gente y disfrutar de ellos, y si me sobra algún rato me suele tocar hacer alguna chapuza o arreglo en casa, pasear en moto o jugar al fútbol». Antonio no necesita demasiado cuando viaja, ya que siempre lleva lo justo, para intentar traer la maleta llena de cosas que le gusta conservar en su casa. Pues a elegir cuál es su rincón favorito, asegura que no se puede quedar con una cosa de Granada, «escoger un solo rincón de la ciudad se me hace imposible. Recuerdo con gran cariño el Paseo de los Tristes, donde estudié Escénicas, o el palacio de Carlos V, donde debuté por primera vez. Pero podría enumerarte tantos y tantos rincones que me apasionan... Desde la Chana al Zaidín».
Al preguntarle qué destacaría de Granada, no sabe qué contestar… «Dicen que quien no conoce Granada no conoce nada… Esta ciudad es mágica, de ensueño. Si estás enamorado, es el destino perfecto: para una velada romántica, por otro lado, no hay nada como un paseo por la Alhambra si necesitas recargar las pilas. Granada es una ciudad en la que jamás te sentirás solo, porque salir de tapas es una aventura, y porque, a pesar de lo que digan, los ‘‘granaínos'' no tenemos ‘‘mala follá"».

l Por Saioa Ubillos