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Londres

El COE y el atletismo por Julián García Candau

La Razón La Razón

El Comité Olímpico Español promoverá una reflexión sobre el atletismo y su participación en los Juegos. El gran debate que se plantea siempre es el acogerse a las normas que dictan las federaciones internacionales o acomodarse a la realidad. Es decir, una cosa es el derecho a competir, de acuerdo con la marca mínima exigida, y otra, la conveniencia de acudir con atletas que tengan alguna posibilidad de estar al menos en las semifinales y no como ahora, que casi todos los participantes son eliminados en la primera serie.
El atletismo español ha acudido a Londres con un equipo de 21 mujeres y 29 hombres más tres suplentes. Seleccionar a atletas que previamente se conoce que su marca mínima se va a encontrar con treinta superiores es facilitar al fracaso. Quien se ha preparado cuatro años para participar en los Juegos y ha conseguido lo mínimo exigido tiene derecho reglamentariamente a salir a la pista, aunque en muchos casos es conveniente librarle de tal cáliz porque se sabe que va a caer de manera casi humillante. Los deportistas merecen todo respeto y precisamente por ello conviene librarles del atropello moral que consiste el ser eliminado en la primera ronda.
La Federación Española que dirige José María Odriozola ha conseguido en Londres un récord extraordinario: desde hacía veinticuatro años, Seúl'88, no se había fallado nunca en la prueba de los 1.500. Este año no se ha clasificado ninguno de los tres seleccionados para las semifinales. En las rondas preliminares David Bustos acabó el 23, Diego Ruiz, el 27 y Álvaro Rodríguez, el 28.
En un equipo tan nutrido sólo hay dos esperanzas. En salto de altura, si Ruth Beitia supera bien los dos metros podría optar al bronce. Entre las participantes, de tener una actuación dentro de sus posibilidades, sin gran mejora de su marca, puede estar entre las primeras y conseguir el diploma olímpico.
En la pista únicamente se cuenta con Natalia Rodríguez y la incógnita de Marta Domínguez. Natalia y Marta tienen gran experiencia internacional. Ambas han participado en tres Juegos Olímpicos. Marta se clasificó para la final en su serie. Fue cuarta y llega a la final con la decimotercera mejor marca. La palentina dio la impresión durante la carrera de que iba dosificándose para llegar en buena posición y sin preocuparse en exceso por el tiempo invertido. Ello hace pensar que, pese a sus circunstancias, fue mamá y no pudo entrenarse adecuadamente, dado su carácter y fuerza moral en la competición, tal vez, entre en tiempo de diploma olímpico. Natalia ha estado dos veces entre las diez mejores y se espera que mantenga su regularidad.
En las pruebas de medio fondo y fondo, los deportistas europeos lo van a tener muy difícil.
La explosión africana continúa. Para España quizá el mejor futuro esté en el nacimiento de hijos de emigrantes que lleven en el ADN la capacidad atlética para este tipo de pruebas. Ya hemos visto apellidos foráneos, pero más adelante existirán sin necesidad de nacionalizar a nadie.

Posdata
Mireia Belmonte y Maialen Chourreaut nos sacaron de la ignominia del cero en el medallero. En atletismo únicamente se pueden esperar clasificaciones dignas en tres mujeres: Marta Domínguez, Ruth Beitia y Natalia Rodríguez. En atletismo habría sido preferible que algunos participantes se quedaran en casa. Marta no hizo su mejor marca, pero se espera de ella el genio competitivo que siempre la ha distinguido. Las mujeres salvan el deshonor masculino.