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Asturias

Un traje bordado a mano en Bombay

Durante la ceremonia en la Abadía de Westminster, Doña Letizia lució un vestido de Felipe Varela que combinó con complementos «made in Spain»

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Madrid- Apostó por su modisto fetiche y por un único color. Se inspiró en los años 20 y confió en dejar el rubio de su melena al descubierto. El resultado fue armonioso. Doña Letizia volvió a erigirse como un referente de elegancia entre las casas reales. Lució un diseño de Felipe Varela en rosa palo, un traje ceñido con manga larga de muselina que fue bordado en La India. El engarzado de cada pierdra se hizo de forma artesanal y el propio Don Felipe se desplazó a Bombay para hacer el encargo. Además, el cuerpo del vestido, de corte imperio, jugaba a romper la monocromía con estrechos pliegues. Los complementos apoyaron el efecto rosado: el bolso de boquilla, los guantes en ante y el sombrero de Pablo y Mayaya eran del mismo color. Y también los zapatos, unos «peep-toes» de la casa Magrit. En cuanto al pelo, evitó el recogido con unas ondulaciones que sobresalían bajo el sombrero. Felipe Varela tiene previsto sacar a la venta un modelo con similar corte.

Una apuesta por la discreción
Con el conjunto, Doña Letizia volvió a demostrar que acierta en cada una de sus apariciones públicas. Aunque su estilismo en el enlace de Guillermo y Kate Middleton no ha recibido el aprobado de algunos expertos –que la tachan de haberse excedido en sencillez–, la Princesa de Asturias sabe dosificar el impacto que despierta en cada momento. Y, en el día de ayer, su apuesta fue por la discreción. «Arriesga poco, pero es normal. Es una mujer con un cargo y no tiene que destacar demasiado», comentó el diseñador Juan Duyos. Una opinión enfrentada con la de Rosa Clará: «Puedo decir que es, sin duda alguna, la vez que mejor he visto vestida a Letizia en un acontecimiento similar. Una boda real de este calibre requería un vestido simple y correcto. Ha cumplido con creces». La Princesa continúa siendo un refrente de elegancia entre las monarquías europeas, porque conoce como pocas la manera de adecuarse a las exigencias de cada situación. Supo acaparar la atención de medio mundo con el vestido rojo de Caprile que lució durante el enlace del príncipe de Dinamarca con Mary Donaldson, antes de contraer matrimonio con Don Felipe. Siete años después de aquella ceremonia, se mueve con sutileza y solemnidad en cada acto público sin ceder en elegancia. Eso sí, algunos, como el director creativo de la firma El Caballo, Nicolás Vaudelet, reclamaron un punto más juvenil en el «look» de ayer. «El color fue muy conveniente, pero quizá abusó un poco de los efectos de costura antigua, con bordados, rebordados y encajes», explicó. Por su parte, la estilista Fiona Ferrer compartió el acierto del color palo. «Me gustó que apostase por un estilo monocromático, aunque pecó de prudente. Debería haber elegido una pamela más vistosa con un punto de color».


Plumas de faisán
Doña Letizia coronó su «look» de color rosa palo con un sombrero estilo Chanel al tono de la firma vallisoletana Pablo y Mayaya. Además de la coqueta malla que caía sobre uno de sus ojos, los detalles de la pieza están elaborados con paja italiana y plumas de faisán.


Modelo de elegancia para tres bodas
En su puesta de largo como prometida del Príncipe, durante el enlace de Federico de Dinamarca y Mary Donaldson, en 2004, Doña Letizia se decantó por un espectacular diseño de Lorenzo Caprile en rojo. Ya en la boda de Victoria de Suecia y Daniel Westling, lució un vestido de manga corta en tonos nude. Para la de Nicolás de Grecia con Tatiana Blatnik eligió un apropiado traje de corte griego.