Barcelona
Primavera Sound qué barbaridad
Dónde: en Barcelona, Parc del Fórum y en el Arco del TriunfoCuándo: del 30 de mayo al 3 de junio.Quiénes: grupos internaciones como Wilco, The Cure, Franz Ferdinand, Marianne Faithful.
La edición más ambiciosa del festival ha puesto patas arriba Barcelona, ha llenado los hoteles y las terrazas de turistas con la pulsera amarilla de este año, ha superado sus propios récords de asistencia (150.000 personas) y, lo más importante, ha acaparado titulares con el nombre del festival-ciudad-patrocinador en todos los blogs de tendencias, música y cultura. Y con una subvención del gobierno autonómico y municipal ridícula. De lo musical se puede hablar y hablaremos. Pero antes, recordemos: 78.000 pernoctaciones de hotel y 22.000 vuelos a Barcelona, según la organización, ¿cervezas y raciones? calculen. El Festival es el tercer evento por asistencia más importante de la capital catalana. La cultura es rentable, vaya si lo es. También según datos de la organización hay 6.000 personas trabajando esos días para organizar la logística del festival. Logística que, dicho sea de paso y para que no todo sean halagos, dejó mucho que desear en esta edición y no es la primera vez. Después del fisco del sistema de pago con tarjetas-monedero, este año se pagaba en las barras y el sistema tampoco es que funcionase. Los atascos fueron la norma. Y lo del escenario Mini parece como si hubiera sido un arreglo de última hora más que una solución de calidad ajustada al precio del abono. Pero es que en este festival pasan cosas como que Wilco toque en un tienda de discos (de esas pocas que quedan) y que regresen después de diez años The Afghan Wings, o que Afrocubism toque mientras en otro escenario suena The War on Drugs. Con The Afghan Wings se empieza a escribir la crónica del jueves: qué conjuntados sonaron, qué contundentes. De lo que siguió, se puede destacar a Grimes, aunque aún les falta algo, y despues claro, al grupo de la buena suerte, Wilco, que ya dieran una lección hace dos años, y que prácticamente juegan en casa. Emotivos, sin que les hiciera falta tirar de todo su repertorio. Brillantes. Después, Franz Ferdinand regalaron energía y sus consabidos temazos, pero les falta material nuevo y eso se nota. The XX no ganaron ningún fan: también repitieron su fórmula de hace dos años, y Kindness, correcto. Spiritualized y Erol Alkan, imprescindibles para los noctámbulos. Del viernes se puede decir casi todo con las casi tres horas de The Cure. Aunque la masiva afluencia de visitantes con entrada de día complicó mucho más los accesos, compensaba ver la explanada enfrente del escenario principal justo antes del comienzo lleva hasta donde alcanzaba la vista. El concierto fue mágico, y el cierre con “Boys don’t cry”inenarrable. Antes, Laura Marling dejó por los suelos a muchos veteranos que venían después con su magnífico concierto. Rufus Wain wraight no es que derrochara emoción, y coincidía, ¡ay! con Marianne Faithful. La gran dama derrochó actitud expulsando fotógrafos y, en un auditorio que no estaba completo, desgranó su repetorio con solidez. Una vez aterrizados del concierto de The Cure, tocaba ver a M83, que estaba encantado de la vida, pasar por The Drums, que jugaban ante incondicionales y lo hicieron bien. Y luego, The Rapture, que reclaman paso a un escenario principal. La jornada del sábado fue la de la resaca. Costaba mucho entrar en calor, y Beach House no ayudaban a hacerlo con su estilo brumoso y onírico, y algún lánguido “Ça va?”. Por eso muchos se entregaron (y aquí la programación fue un acierto) a The Weeknd o Atlas Sound... y, por supuesto, Justice. Unos tipos con un carácter especial y una facilidad para montar una fiesta sin parangón, aunque sea a “zapatillazos”. Quedaron demasiados escenarios y actuaciones por ver (otra vez) y, esto es lo importante, lograron una sensación de estar asistiendo a un lugar único, en un momento único. Algo así como el descampado en el que todo el mundo quieres estar pero solo algunos se lo pueden permitir, la edición en la que más envidias ajenas se han conseguido mover. Porque más de la mitad de los asistentes han vuelto a ser en esta edición jóvenes españoles, precisamente el colectivo más perjudicado por la maldita crisis, de la que unos cuantos se han escurrido estos días. ¿Y EL FUTURO? A la vista de los números, el futuro del Festival está grantizado. Es de esperar que dentro de poco reciban más ayudas (que pueden ser facilidades y no subvenciones) para que el certamen amplíe sus actividades en la ciudad, donde hay posibilidades de crecer en nuevos espacios. Los 40.000 personas de aforo odel Fòrum parecen haber tocado casi techo. Uno de los directores del Festival, Alberto Guijarro, ya anunció que probablemente el Fòrum pierda uno de sus escenarios: el auditorio podría no entrar en la programación del año que viene. Una lástima para los “empollones”del Primavera Sound, pero que, dada su capacidad (3.000 localidades) tampoco echará de menos todo el mundo. Si el presupuesto se mantiene, y es de esperar que incluso crezca, y la calidad del cartel va en consonancia, el Primavera Sound nos debe todavía muchas tardes de gloria, porque no depende de las ayudas públicas de turno.
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