Nueva York
Las fotos de Telma Ortiz vendidas por 40000 euros por Jesús Mariñas
Tiquismiquis. Algunos ven más allá de lo que tan sólo es despreocupación o una coincidencia. Quieren intuir una excesiva casualidad en la edición extra que «¡Hola!» publicó por los 40 años de Letizia, en cuyas páginas también aparece su hermana junto a su hija en Barcelona. Pero no es oportunismo, sino exigencias escolares. Por eso la cogieron un tanto desaliñada acercando a la pequeña al colegio que retoma, parece que frustrada la residencia neoyorquina o, acaso –también especulan–, su rápido matrimonio con Del Burgo. Crecen las expectativas al ver que nuevamente se afinca en la Ciudad Condal sin que su marido parezca acompañarla. Tras aquella boda como de ciencia-ficción donde aprovecharon para meterse con los medios –aunque hubo exclusiva navarra–, se alejaron con la intención primeriza de hacerse un hueco en Londres y, finalmente, optaron por Nueva York. Nada habría pasado si la cría se hubiera escolarizado dos días después del cumple principesco. 40.000 euros han pagado por la exclusiva, un pastón en tiempos de crisis. Dinero a repartir entre las cuatro agencias obtenedoras de las imágenes donde Telma se mostró más sumisa que en ocasiones precedentes. Nos tiene como algo diabólico. Viene a rehacer lo deshecho pero le costará reingresar en el Ayuntamiento de Barcelona, donde siempre generó especulaciones de favoritismos.
Su vida daría para unas memorias tragicómica. También las Segrelles acaban de publicar un libro: «Tal como somos». Cita social en terreno que dominan bien, el Eurobuilding. Vimos pasar a José Bono escayolado hasta el codo: «Ha sido una avería doméstica», justificaba sin perder la sonrisa, ni el talante y pasando de comentar el nuevo romance de su ex mujer, Ana, con un hispanoamericano no tan bien parecido como nuestro político. Rio con Nuria Espert, fiel a sus ampulosidades indumentarias de abrigo en lino hasta los pies, muy de gran trágica. Me contó que sigue triunfal su gira con «La loba», un aire diferente a la que cinematográficamente inmortalizó Bette Davis. Carmen Posadas acentuó su delgadez bajo rayas felinas y dijo que prepara una novela «sobre una historia de amor en Rusia». Recordará su primera boda moscovita con un diplomático cuando sus padres vivieron allí cuatro años. Norma Duval, risueña, comentaba el fiasco inaugural de Cavalli: «Tuvimos que cenar fuera de la fiesta». Patricia Rato paseó deportiva y desenfadada, y Pitita Ridruejo exhibió su fina estampa con gafas oscuras, «porque tengo molestias en un ojo. Estoy recién operada». Paloma San Basilio contó el éxito renovado de «My fair lady», a punto del madrileño –otro éxito de Jaime Azpilicueta, que pronto presenta «Sonrisas y lágrimas»– y Rafael Amargo se enfrentó al «maderamen» como si bailase por soleares. Cristóbal Montoro no llegó por un atasco.
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