Ibiza

Borja y Tita Cervera a tres días de su reconciliación por Jesús Mariñas

La Razón
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Otal aseguran los próximos a la baronesa, aunque el talante conciliador de su hijo no se ve tan claro. Tita amarró en Ibiza su airoso y vetusto velero «Mata Mua», cuyo aire añejo y romántico no deja de sorprender frente a los nuevos alardes de la diversión isleña, donde en El lío de Ricardo Urgell –que este lunes se viste de gala extendiendo alfombra roja a Tamarita Falcó para un evento de Guess– un buen filete casi cuesta 200 euros. Es dispendio algo inédito, pero ya habitual en un ambiente veraniego propicio al derroche. La baronesa atracó casi enfrentada a la casa que su hijo y polémica nuera tienen arriba de la Marina Botafoc, donde este año y respaldada por su ya inseparable David Meca, tampoco paseará tristeza la siempre opulenta Cuqui Fierro, antaño adicta al Dos Lunas de treinta aniversario que también hartó a Valentino. Muy de moda es el restaurante abierto por el neoyorquino Cipriani mientras Briatore busca emplazamiento a otro Billionaire parejo a los ya montados mundo adelante, el reciente de Marbella que promociona Agag también tiene precios disparatados. Todos comentan el buen talante para posar de Elle Macpherson, que alquiló casoplón por un mes, mientras «los Borja», que así conocen al matrimonio en estado de buena esperanza, lo hacen por el verano completo donde el miércoles próximo acaso acoja la anhelada y siempre frustada reconciliación madre e hijo.

Ya va para cuatro años desde que Tita gimotea herida en su amor de madre –suena a Mocedades– ante el evidente menosprecio del hijo por el que tanto luchó, hasta convertirlo en un Thyssen tan problemático como el resto de la descendencia. Recordemos cómo ella se negó a amadrinar la surrealista boda donde la sustituyó esa amiga del alma y el oportunismo –actualmente tambien distanciada de los Thyssen-Cuesta– Chelo García Cortés, siempre dispuesta a un roto o un descosido. Lo suyo es sacrificio malinterpretado. Con Pantoja repite la historia ya vivida pródiga en ingratitudes, calla lo inconfesable y los de «Sálvame», a los que me resisto a llamar compañeros, encabezados por Matamoros y Kiko Hernández, cada tarde le zurran inmisericordes sin reparar en su dilatada carrera. Chelo está en un sinvivir lógico, siempre oscilando entre amistad y profesión, qué vieja indecisión, tal vez compartida por Borja ante un cumpleaños posiblemente apaciguador de enconos familiares con mucho rescoldo. Acaso estos días la conmemoración se haga realidad porque Manolo Segura, progenitor del manipulable Borja, está en «Mata Mua» a fin de actuar como mediador. Ya es hora de que se moje. Y si el julio pasado por estas fechas madre e hijo coincidieron en el ibicenco Paseo Marítimo sin llegar a saludarse, ojalá el miércoles fumen la pipa de la paz y la isla blanca lance cohetes brindando por el afecto recuperado.