Barcelona
OPINIÓN: Ser católico
La consagración de la Sagrada Familia por Benedicto XVI va a servir para poner de actualidad a su arquitecto: Antonio Gaudí. No sólo desde el punto de vista artístico, ya que en ese aspecto el reconocimiento es tan universal como merecido. Se va a hablar de su profunda fe y de su vida ejemplar, tanto que está abierto el proceso de canonización. Y eso es lo que más les molesta a los catalanistas. Gaudí amó a su patria catalana, pero no hasta el punto de convertir Cataluña en una deidad que ocupara el primer lugar de su vida. Ese lugar era de Dios. Si hubiera sido de otro modo sería el ídolo de los que se molestan porque el Papa vaya a Barcelona. Pero no era así y eso les duele. Cómo les duele que el edificio más representativo de la capital sea una catedral católica, y quizá por eso han hecho pasar el túnel del AVE bajo sus cimientos, para ver si se derrumba. Gaudí fue un católico ejemplar. Un católico que abandonó el éxito y el dinero para dedicarse a construir un templo expiatorio. Un católico que murió pobre. Un católico cuyas últimas palabras fueron: «Jesús, Déu meu». Solo él pudo haber imaginado un templo tan bello, tan espiritual, que al entrar el corazón se eleva al Creador como se eleva cuando te introduces en la espesura de un bosque milenario. Dios quiera que le veamos en los altares, para mayor alegría de todos.
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