No cejar en el empeño por José Luis Álvarez

España no podrá cumplir este año con su objetivo de reducción del déficit público al 6% del PIB. Al menos así lo entienden diversos analistas y organismos. La razón principal del más que probable incumplimiento no hay que buscarla en una falta de voluntad por parte de las administraciones públicas para la racionalización del gasto. Tanto Gobierno central como administraciones autonómicas están llevando a cabo un importante esfuerzo en ese ámbito. El gran problema es otro y afecta básicamente a los ingresos de nuestras administraciones: la economía española no crece y eso se deja sentir en la recaudación de impuestos.
Ante esta situación caben dos grandes alternativas no excluyentes. La primera sería adoptar medidas inmediatas de consolidación fiscal, con recortes adicionales de gasto o con subidas impositivas. Esta posibilidad tendría como gran ventaja el cumplimiento de nuestro compromiso con la UE. Ahora bien, podría debilitar aún más el pulso de la actividad económica en España. La segunda consistiría en la adopción de reformas estructurales más profundas que las implementadas hasta el momento.
Sólo políticas valientes en materias como la flexibilización del mercado laboral o el saneamiento definitivo del sistema bancario podrán llevarnos a recuperar ritmos adecuados de crecimiento y creación de empleo. Es cierto –y éste es su principal inconveniente– que las reformas estructurales necesitan de tiempo para dar resultados visibles. Pero también es verdad que, mostrando la decisión necesaria en la adopción de esta política económica, transmitiremos una señal evidente como país digno de confianza.
Y no conviene minusvalorar este efecto, porque las primas de riesgo con que nos castigan los mercados son síntomas de las muchas dudas existentes en torno a nuestra capacidad de crecimiento. Al Gobierno que salga de las urnas el próximo 20-N le espera un duro invierno.
 

José Luis Álvarez
Director del Departamento de Economía
de la Universidad de Navarra