Barcelona
Escaparates
No me refiero ni a los del Corte Inglés, ni a los de Zara, ni tan siquiera a los de la mercería Pepita, comercio principalísimo de un pueblo de la Alpujarra granadina. Me refiero a los Premios Escaparate de Sevilla. No les voy a contar la fiesta celebrada en el Alcázar de Sevilla, ni puedo nombrar a tantas señoras conocidas con trajes largos estupendos de distintos diseñadores, ni las máscaras venecianas que lucían, ni la gama tan extensa de esmóquines de los caballeros. Les voy a dar una pincelada de lo que me pareció más significativo. Sabido es que el mundo se divide en dos categorías, los que reciben un premio y los que lo entregan. El resto es leva para los barcos del imperio. La madrina de la gala fue la baronesa Thyssen, iba estupenda con un aderezo de brillantes y esmeraldas, a destacar la fastuosa sortija, joyas que sólo ella en estos momentos de crisis puede lucir. Le entregaron el título la siempre exquisita Duquesa de Fernandina y la simpática Duquesa de Sevilla. Carmen Tello estaba magnífica, con un traje azul cobalto de Victorio y Lucchino, que por cierto entregaron el premio a Agatha Ruiz de la Prada como la diseñadora del año. Fue sin duda la más elegante, naturalmente me estoy refiriendo a Carmen Tello. La Condesa de Romanones, eternamente distinguida, fue reconocida precisamente por ello. El único hombre que subió al escenario a recoger un premio fue David Meca, que como el tiempo está estupendo, vino nadando desde Barcelona, con una parada en Alicante para tomarse un arroz, un descanso en Sanlúcar de Barrameda, donde repuso fuerzas con unos langostinos y una helada manzanilla, y Guadalquivir arriba con el esmoquin puesto, ya que era de neopreno, hasta el mismísimo Alcázar. Laura Sánchez fue considerada la mejor modelo, sin duda lo merece y además tiene la mejor sonrisa del gremio. La más emocionada, Isabel Pantoja, recibió el galardón a su carrera. Esta gran reina y señora de la copla quiso dejar claro que todos los días de su vida se siente trianera, sevillana sobre todas las cosas, andaluza y española. Se me olvidaba decirles que fui el presentador de tan larga noche. Para que no faltara de nada, la fiesta terminó en la azotea inmensa del hotel Eme, con las iluminadísimas Giralda y Catedral al fondo. Los mojitos con este decorado saben mucho mejor.
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