Comunidad de Madrid

La espinita de Madrid

La Razón
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Rodríguez Zapatero nunca se lo ha creído. Quizá no lo ha necesitado por las circunstancias, pero lo cierto es que el presidente del Gobierno nunca se ha creído que para llegar a La Moncloa hay que ganar antes Madrid –Ayuntamiento y Comunidad– y es que su primera victoria electoral del 14 de marzo rompió todas las predicciones con el mayor atentado de la historia reciente de España sufrido tres días antes; y en el segundo triunfo electoral del 2008 las cosas salieron como dice el prontuario político: las elecciones las ganan y las pierden los Gobiernos.

Por estas causas y por unos cuantos errores políticos cometidos, Zapatero nunca ha ganado Madrid en unas elecciones autonómicas o municipales y no lo considera imprescindible para seguir en el poder. Los datos así lo confirman. Pero también confirman una pésima gestión a la hora de escoger el candidato tanto para el Ayuntamiento como para la Comunidad de Madrid. Es verdad que Alberto Ruiz Gallardón y Esperanza Aguirre –disputas internas incluidas– son unos excelentes candidatos, con una solvente gestión y con un evidente tirón popular. Pero, la cuestión central ahora no son las bondades de los candidatos del PP. El núcleo del error está en Ferraz, y más concretamente en el secretario general del PSOE. Zapatero desprecia Madrid. Y lo hace desde el punto en que desprecia que el Ayuntamiento y la Comunidad se ganan habitualmente desde la oposición. Muy pocas veces tiene éxito sacar a última hora un conejo de la chistera, pretendiendo que en unos meses se convierta en un candidato arrollador en las urnas. No pasó con Trinidad Jiménez en el Ayuntamiento, ni tampoco con Miguel Sebastián cuatro años después. Y no pasó, lógicamente, con Rafael Simancas que nunca pareció, ni a los propios socialistas, el candidato más idóneo para la Comunidad.

Ahora, en pleno mes de agosto, Zapatero se encuentra con la patata caliente de Tomás Gómez. No pretendo ni defender ni criticar a Gómez como candidato a la Comunidad de Madrid. Lo que es difícil de entender es cómo el responsable del PSM que sustituyó a Simancas después del último batacazo electoral, y que ha ejercido la oposición de la manera más complicada, es decir, desde fuera de la Asamblea de Madrid; ahora a menos de un año para las elecciones autonómicas deja de ser el más idóneo y Zapatero lanza a cambio el nombre de Trinidad Jiménez. ¿No podía haber hecho esto hace tres años? ¿Jiménez no podía haberse convertido en el látigo de Aguirre durante este tiempo perdido?

No estamos ante una cuestión de nombres. Estamos ante una cuestión de estrategias. Zapatero sigue sin creerse que para ganar unas elecciones hay que hacer oposición. Oposición pura y dura. La improvisación en las candidaturas, la imagen de que las ideas «geniales» en política son posibles, es pensar que los ciudadanos somos tontos. Y de tontos no tenemos nada de nada. Los resultados lo dirán. Y Madrid seguirá siendo la espinita de Zapatero.