Cataluña
Joaquín Kremel: «Las banderas que separan no me gustan»
El actor protagoniza «Mi general», que LA RAZÓN regala el próximo viernes
Como su padre es austriaco, Joaquín Kremel tenía la opción de elegir nacionalidad, y para evitar hacer la mili, eligió ser austriaco. Eso fue hace muchos años, claro. Luego, más tarde, adquirió la nacionalidad española; la jueza se extrañó al verle en tal trance: «¿Austriaco? Pero si yo le he visto a usted recitando a Calderón...» Es la historia que surge hablando de militares y milicias con motivo de la película «Mi general» que este periódico regala el próximo viernes: Kremel era uno de los jóvenes capitanes que daba clases de nuevas tecnologías a generales como Fernando Rey, Fernando Fernán Gómez, Héctor Alterio, Rafael Alonso...
-Yo era una criatura emocionada –recuerda– por estar en uno de los repartos más importantes del cine español; miraba a todos los grandes con cara de esponja para empaparme del saber de tantos doctores de la interpretación. Estuvimos dos meses rodando en un castillo, en Cataluña, y como estaba cerca de la casa de mi madre, me iba a comer con ella. Conducía con el uniforme de capitán y la Guardia Civil se cuadraba al verme. Me hacía gracia.
-En la película, los capitanes no se llevaban bien con los generales...
-Ahí estaba la gracia: los generales, al asistir a clases, se volvían como niños, rejuvenecían, y los capitanes, los profesores, caían en el estrés y envejecían.
-¿Le tentó alguna vez la carrera militar?
-No. Como no había hecho la mili me tuvieran que enseñar todo: el tratamiento, los saludos...
Confiesa que mandar le da miedo, no le gusta. El franquismo lo vivió bien al principio: «Crecí en una familia catalana burguesa, buenos colegios y veraneos en el Ampurdán, ya sabe; fue en la universidad cuando tomé conciencia de lo que ocurría y empecé a manifestarme y a correr delante de los grises». Ahora no es que esté desengañado, «pero cuando creces te decepciona casi todo; nunca fui nada, simplemente un demócrata, y ahora un vecino cordial. La política es para los vocacionales». Hizo mucho teatro, mucha TV y poco cine, «y es que cuando me llamaba el cine, estaba en el teatro, y nunca quise dejar el escenario por una película; sí, es verdad, hay una especie de divorcio entre la gente del cine y la del teatro».
-Además, está la pasión por lo joven...
-Sí, en todo, en la moda, la música, los puestos de trabajo, las tallas de ropa... Nosotros lo tenemos difícil, pero ellos también lo tienen crudo. No son buenos tiempos para nadie.
-Obras que ha interpretado últimamente: «Vía Dolorosa», «El beso de Judas» y ahora ensaya «El evangelio según Pilatos». No sale de la Biblia...
-Es verdad; estoy a punto de volver a ser creyente. ¿Qué otra cosa somos los actores sino oficiantes de la ceremonia teatral?
-Hace de Pilatos: se lava las manos...
-En el escenario, pero no en la vida real. Suelo mojarme. Sé que la sociedad pasa mucho de casi todo, sí, y a veces pienso que menos mal: mejor pasar que pelearnos, como tenemos por costumbre.
Ha leído mucho sobre Pilatos: «Se cuenta que es muy probable que fuera de Tarragona; al final, se hizo cristiano. Y mire qué importante es que Pilatos se lavara las manos; de no haber sido así, Jesús no hubiera sido condenado a muerte y el cristianismo no existiría». Le queda por hacer casi todo, «ser abuelo, por ejemplo; no quiero hacer lo que antes hacía mal; no me pregunte el qué, porque no me acuerdo; pero he aprendido algo». Su papel soñado: Cyrano de Bergerac. Envejece bien, o eso cree: «Los análisis están bien, pero con los años se mengua en todo; y mire usted: perder alguna potencia sexual incluso está bien, porque uno se tranquiliza, se serena; como dice un amigo mío, "calma más calma, robustece el alma"».
-De todas formas, el cine le debe un gran papel, ¿no?
-Sí, y un día llegará, quizá cuando sea mayor.
-Mire al futuro: ¿a qué le tiene miedo?
-Soy dado a las angustias, me angustio en seguida: he salido a mi madre. Tengo miedo a que pase algo que rompa la tranquilidad en que vivo, mi orden.
-Un catalán que vive en Madrid. ¿Votaría en una consulta soberanista?
-No. Las banderas que sirven para separar no me gustan. En realidad, no me gustan las banderas.