Enfrentamiento
Gabriela, hija de Bigote Arrocet, llama "pétalos podridos" a las hermanas Campos
Además, asegura que su padre nunca dejó a María Teresa Campos por WhatsApp, como ellas siempre han sostenido
Nuevo capítulo del enfrentamiento entre Gabriela, hija de Edmundo Arrocet, y las hermanas Borrego Campos. Esta noche, en el programa "¡De viernes!", la primera arremeterá con crudeza contra Terelu y Carmen, a las que califica como "pétalos podridos" de la rosa que era María Teresa Campos para Bigote.
La chilena avivará la guerra entre las dos partes con el fin de defender a su progenitor de los comentarios negativos que está recibiendo de las hermanísimas.
Gabriela afirma que "mi papá era una amenaza para ellas dos, nunca dejó a María Teresa por WhatsApp, eso es mentira. Cuando tú te enamoras de una rosa lo haces de la flor completa, lo malo es cuando dos de sus pétalos están podridos". Una clara referencia a las hijas de la fallecida comunicadora.
Carmen Borrego se pregunta "por qué esa señora habla de nosotras si no nos conoce ni nos hemos visto en la vida", algo que ratifica su sobrina, Alejandra Rubio, que insiste en que "nunca la hemos visto".
Pero eso no es problema para Gabriela, quien ha demostrado siempre su animadversión hacia Terelu y Carmen. No es la primera vez que se despacha a gusto en su contra, con el ánimo de defender a su padre.
Hace un año las calificaba de "intrigantes y tóxicas. Lo sabe toda España. Nunca me interesó conocerlas. Tengo muy buena intuición. Desde el momento en que escuché cómo trataban a su mamá en una cena, dije que estás chicas no me interesan. Jamás les pediría perdón. Que ellas me pidan perdón a mí por cómo han tratado a mi padre".
La cuestión es que las dos familias, los Arrocet y las Borrego Campos, sacan un buen partido económico a sus desavenencias. Hacen caja y aumentan sus cuentas corrientes con continuas andanadas de reproches y repulsas. Como muy bien apunta una fuente cercana a Carmen, "si su madre estuviera viva no habría permitido esta guerra".
Pero, por lo que se ve, ni el fantasma de María Teresa consigue frenar los ímpetus de su expareja y sus dos hijas. Prima más el dinero que el respeto.
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