Política
La campaña «Barbie» de Yolanda Díaz
Ya sea apostando por el rosa o reivindicando derechos sociales, la vicepresidenta ha demostrado ser la ministra más Barbie de este Gobierno. El rosa es, sin duda, el nuevo preferido del armario de Díaz
La importancia del rosa
Cuando el Council of Fashion Designers of America rindió tributo a la muñeca Barbie en 2019, valoró lo que había supuesto este personaje de Mattel en la aceptación de la diversidad: con seis cuerpos distintos y otros tantos rasgos de cara, color de piel o pelo, además del sinfín de profesiones que ha tenido, la asociación americana de diseñadores la consideraba un emblema del feminismo mundial. Viendo el compromiso de Díaz con leyes como la ley trans, además de que tan pronto se ocupa del empleo como busca ser presidenta del consejo de ministros o plancha, está claro que puede encajar perfectamente en esa descripción del CFDA. Si a eso le sumamos, además, que su nuevo partido ha escogido el rosa –un color muy Barbie– como imagen de marca, está claro que ella es, sin lugar a dudas, la Barbie de la política española.
La muñeca, cuando llegó a las tiendas, se vendía como «una modelo adolescente», de ahí su vínculo con la moda. Y lo cierto es que la vicepresidenta del Gobierno, si por algo se ha caracterizado, es por habernos demostrado todo lo que cuida su armario. Desde su llegada al Congreso de los Diputados, hemos asistido a una evolución de estilo que la ha convertido en una de las mujeres más elegantes del hemiciclo. Y ahí tampoco se ha negado a hacer algún que otro guiño (consciente o inconsciente) a la muñeca. La hemos visto con vestidos, tops y blusas en toda la gama de rosas que podamos imaginar e, incluso, se ha atrevido a combinar un corsé negro con vaqueros, que bien podría ser un «look» ideado por Carol Spencer, la diseñadora de Barbie.
Yolanda Díaz, además, tan pronto se sube al tacón (como hizo en el debate de este miércoles) como aparece en zapatillas, y puede lucir desde melena al aire como un interesante recogido, lo que ha roto la habitual homogeneidad que suelen tener las políticas en nuestro país. Y no se priva tampoco en accesorios: si bien es fiel a algunos discretos diseños de joyería, a nadie le pasó desapercibido el collar que lució el primer día de la última moción de censura.
El rosa es Sumar, el rosa es el armario de Díaz y el rosa, por si cabía alguna duda, también aparece en el maquillaje de la vicepresidenta. Aunque a veces prefiere el rojo, está claro que eses es el color de labios que más le favorece y fue su elegido para el debate de esta semana. ¿Casualidad?
Cómo aprender a ser rubia y cuqui
De haberse estrenado antes, los candidatos presidenciales habrían pedido un manual para sobrevivir a «Barbie». Su directora, Greta Gerwig, ha convertido el fuego de Caronte en una explosión de alegría con su sucesión de gags rápidos, agudos, divertidos y a menudo previsibles. Todo al rosa. Todo al plástico. La vida es fantástica. El cine ha conseguido su Barbie no binaria, encarnada en Margot Robbie, y, ahora sí, los políticos pueden rendirse al mundo plastificado sin riesgo de ser tachados de estupidez o banalidad. Era tan simple como darle una pátina queer para que el sol salga del otro lado. Curioso, pero suficiente para permitirse pegarse al chicle rosa que hace un tiempo alguna ministra escupió por opresor y represor. El barbiecore se ha vuelto tendencia. Es el fenómeno del verano. Y desde este prisma inclusivo, mordaz y adorable que nos ofrece Gerwig, podemos advertir que Yolanda Díaz abandera en la política esta particular estética. Solo si hay un fondo queer, no hay que elegir entre feminidad y seriedad. Que una puede ser lo que quiera sin dejar de ser rica, rubia y delgada.
Con su explosión rosa y un toque cursi, el fenómeno barbiecore se ha implantado en política. Barbiecore es salir al rescate de los géneros fluidos, comercializar la diversidad, dibujar corazones en rosa caramelo con la mano, congelar la sonrisa o planchar en plena ola de calor sin que se nos desfigure la onda rubia peroxidada. La tendencia barbiecore nos libra de cualquier atisbo de frivolidad. El rosa es el nuevo blanco feminista y hasta las estrellas se han rendido al mundo plastificado. Influencers y celebrities se están tiñendo para romper definitivamente el estereotipo de rubia tonta. Barbiecore es eso. Confundir ficción con realidad. Redimir lo que antes era liviano. Y todo gracias a un excelente marketing y unos cuantos guiños a la comunidad LGBTQ+, como la presencia en el reparto del icono lésbico Kate McKinnon y la actriz trans Hari Nef. Hay furor por todo lo que esté tiznado de rosa y en política puede servir para darle un punto cuqui muy oportuno. Este color que ahora se presenta hegemónico inspira optimismo. Los asesores de imagen en política lo identifican con sensibilidad, compromiso y respeto por lo femenino. Habrá que ver qué piensa la población infantil al ver cómo le quitan la muñeca de las manos para fantasear con el género y hacer retórica subversiva.
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